LA VIDA ES PASAJERA: Desde fuera se ven las cosas de otra manera, cuando pienso en las personas, que nos han dejado, siento una profunda nostalgia y una devaluación de todo lo terranal. Sólo nos resta el pataleo y revivir en la memoria algún personaje, que por su gracia impactó em mi lejana adolescencia.
Era un hombre de mediana estatuta un poco acartonada. Algunas tardes, las pasaba sentado en el quicio de la puerta del café. Sus manos secas como una rama y algo nerviosas empuñaban la cayada. Su cabeza erguida y cubierta, descansaba sobre sus manos. Sus ojos atónitos, con un azul claro cobraban una transparencia inusitada, le daba una luz candida y confiada. Su nariz bien propocionada, algo delgada, osea y ligeramente inclinada, los senos de la misma muy poblados.
Cuando caminaba de una pierna cojeaba. Era atento, y algo despistado. Hablando era seco y tajante, a sus formas secas y muy espontáneas, le daba una simpática frescura a todo lo que expresaba. Preguntaba a qué familia pertenecias y con eso le bastaba. Su gracia estaba con la seriedad que respondía, su rostro impasible y sin gesto alguno, su voz recortada, metálica y ocurrente, provocaba risa, a lo que pensaba en voz alta. Era agradable con los jóvenes. Su chispa sin compromiso, pero genuina, le daba una personalidad muy definida. Han pasado dos generaciones en pocos años, el tiempo asesina silenciosamente todo lo nacido. Espero haber revivido por momentos en la memoria, a un hombre que ha existido. A.R. Desde el caño jorge.
Era un hombre de mediana estatuta un poco acartonada. Algunas tardes, las pasaba sentado en el quicio de la puerta del café. Sus manos secas como una rama y algo nerviosas empuñaban la cayada. Su cabeza erguida y cubierta, descansaba sobre sus manos. Sus ojos atónitos, con un azul claro cobraban una transparencia inusitada, le daba una luz candida y confiada. Su nariz bien propocionada, algo delgada, osea y ligeramente inclinada, los senos de la misma muy poblados.
Cuando caminaba de una pierna cojeaba. Era atento, y algo despistado. Hablando era seco y tajante, a sus formas secas y muy espontáneas, le daba una simpática frescura a todo lo que expresaba. Preguntaba a qué familia pertenecias y con eso le bastaba. Su gracia estaba con la seriedad que respondía, su rostro impasible y sin gesto alguno, su voz recortada, metálica y ocurrente, provocaba risa, a lo que pensaba en voz alta. Era agradable con los jóvenes. Su chispa sin compromiso, pero genuina, le daba una personalidad muy definida. Han pasado dos generaciones en pocos años, el tiempo asesina silenciosamente todo lo nacido. Espero haber revivido por momentos en la memoria, a un hombre que ha existido. A.R. Desde el caño jorge.
