Por casualidad encuentro esta página y no puedo abstraerme a ella. Al ver tan Excelsa Señora, a quien tanto rezó mi madre, no puedo darle la espalda y se me ocurre el siguiente comentario:
Esta fotografía es del Domingo de Resurrección. Recoge el momento posterior al encuentro del Niño Jesús (Cristo Resucitado) con la Virgen de los Dolores. Mientras la Virgen sale de la Iglesia de San Lorenzo, con su manto color negro (de luto), desolada, buscando a su Hijo por las Eras y la Calle Real, Cristo Resucitado sale de la Ermita y desde el Monte, por el Calvario y Cuesta de la Reina, llega a la Calle Real. Ambas imágenes se funden en un cálido y emotivo abrazo en la Plaza de la Constitución. No cabe ni un alfiler. La Virgen pierde su manto de color negro, que se transforma en blanco (como el alba de un amanecer de primavera), suena el Himno Nacional, cohetes, aplausos y vítores y más de una lágrima se desliza por nuestro rostro (se nos viene al recuerdo nuestros seres queridos que otras veces vivieron el crucial momento y hoy lo celebran en el Cielo). Cristo ha resucitado: ¡viva el Niño Jesús!, ¡viva la Reina de Zagra!. Bajando la Calle Real todo es alegría, vítores (¡guapa!) y aplausos regresando de nuevo al Templo. ¡Vivan los costaleros!, repique de campanas, se repiten los piropos y nuestras dos imágnes bailando al son de la Banda, llegan hasta la repleta Iglesia para desde allí velar e interceder por todas las gentes de Zagra, por quienes están fuera, por quienes tuvimos la suerte de acompañarlos y por esos otros que se fueron a vivir eternamente al Cielo.
Antonio Arjona Mateos. Zagra.
Esta fotografía es del Domingo de Resurrección. Recoge el momento posterior al encuentro del Niño Jesús (Cristo Resucitado) con la Virgen de los Dolores. Mientras la Virgen sale de la Iglesia de San Lorenzo, con su manto color negro (de luto), desolada, buscando a su Hijo por las Eras y la Calle Real, Cristo Resucitado sale de la Ermita y desde el Monte, por el Calvario y Cuesta de la Reina, llega a la Calle Real. Ambas imágenes se funden en un cálido y emotivo abrazo en la Plaza de la Constitución. No cabe ni un alfiler. La Virgen pierde su manto de color negro, que se transforma en blanco (como el alba de un amanecer de primavera), suena el Himno Nacional, cohetes, aplausos y vítores y más de una lágrima se desliza por nuestro rostro (se nos viene al recuerdo nuestros seres queridos que otras veces vivieron el crucial momento y hoy lo celebran en el Cielo). Cristo ha resucitado: ¡viva el Niño Jesús!, ¡viva la Reina de Zagra!. Bajando la Calle Real todo es alegría, vítores (¡guapa!) y aplausos regresando de nuevo al Templo. ¡Vivan los costaleros!, repique de campanas, se repiten los piropos y nuestras dos imágnes bailando al son de la Banda, llegan hasta la repleta Iglesia para desde allí velar e interceder por todas las gentes de Zagra, por quienes están fuera, por quienes tuvimos la suerte de acompañarlos y por esos otros que se fueron a vivir eternamente al Cielo.
Antonio Arjona Mateos. Zagra.