Es posible que solo en situaciones de necesidad surjan los genios en todos los ámbitos de la vida. Durante el franquismo la necesidad de libertad sacó a la luz a muchos personajes ilustres por su sabiduría, su compromiso, su abnegado espíritu de lucha en pos de ese fin, a costa de su libertad personal, de poner en riesgo brillantes carreras profesionales, de la penuria económica que conllevaba, etc. Uno de estos personajes fue Enrique Tierno Galván, del que ahora se publica el último de los siete tomos que ocupan sus obras completas, gracias a la labor de recopilación de uno de sus alumnos, Antonio Rovira. Dice Rovira que a Tierno se le conocía por la anécdota, por su papel de alcalde de Madrid (ya se encargaron los mediocres de su partido de ningunear su figura), pero se desconoce su obra: “…no tenía reconocida su valía a pesar de que objetivamente es el principal teórico de la izquierda de este país en el siglo XX y un intelectual de primer nivel”. Al fin, como siempre tarde, se le hace justicia. Recuerda su compilador esta frase sabia del Viejo Profesor (sobrenombre por el que se le conocía desde que tenía 48 años): “Nadie está de acuerdo consigo mismo, nadie. El acuerdo absoluto con uno mismo equivaldría a la necedad”. Yo vuelvo a una pregunta mil veces formulada y que sigue sin tener respuesta para nuestra desgracia: ¿Dónde están los Tierno Galván de hoy? ¿Dónde las mentes capaces de pensar, escribir, convencer con la palabra y los hechos? Hoy, una inmensa mayoría de políticos solo saben y pueden convencer a mentes ciegas a base de exabruptos, consignas, eslóganes y promesas vacuas. La inteligencia de los mensajes ha desaparecido con los políticos inteligentes que estuvieron y que no han tenido reemplazo. Así nos va.