Compramos energía a futuro

PURULLENA: 1935, Buenos Aires: Evita....

1935, Buenos Aires: Evita.

Parece una flaquita del montón, paliducha, ni fea ni linda, que usa ropa
de segunda mano y repite sin chistar las rutinas de la pobreza. Como todas
vive prendida a los novelones de la radio, los domingos va al cine y sueña
con ser Norma Shearer y todas las tardecitas, en la estación del pueblo,
mira pasar el tren hacia Buenos Aires.
Pero Eva Duarte esta harta: trepa al tren y se larga.

Esta chiquilina no tiene nada. No tiene padre ni dinero; no es dueña de
ninguna cosa. Ni siquiera tiene una memoria que la ayude. Desde que
nació en el pueblo de los Toldos, hija de madre soltera, fue condenada a
la humillación, y ahora es una nadie entre los miles de nadies que los
trenes vuelcan cada día en Buenos Aires, multitud de provincianos de pelo
chuzo y piel morena, obreros y sirvientas que entran en la boca de la
ciudad y son por ella devorados: durante la semana Buenos Aires los
mastica y los domingos escupe los pedazos.
A los pies de la gran mole arrogante, altas cumbres de cemento, Evita se
paraliza. El pánico no la deja hacer otra cosa que estrujarse las manos,
rojas de frío y llorar. Después se traga las lágrimas, aprieta los
dientes, agarra fuerte la valija de cartón y se hunde en la ciudad.