PURULLENA: FETICHES Y RECUERDOS...

saludos pa toosss ¡

Un beso Ana y feliz noche

las buens nches señores y a calsase que hase frio..

Buenas noches Enrique,
Por aqui frio y lluvia,
Feliz noche
Un besooooooooooooooooo

FETICHES Y RECUERDOS

El otro día fui a mi casa, bueno a casa de mis padres. Es curioso por más vueltas que des por el mundo y mudanzas gratas e ingratas que lleves en las espaldas cansadas de mudarse de vivienda, la casa de tus padres fue, es y será siempre tu casa. A lo que iba; allí en un par de cajones de mi antiguo dormitorio tengo guardadas pequeñas cosas, de esas sin valor, y que sin embargo son impagables, objetos que sirven para recordar retazos de mi vida, de mi pasado lejano y no tan lejano.

Son tonterías que he ido guardando a lo largo de mi paso por la vida, guardadas en cajones, como si fueran reliquias a la espera de la construcción de un Sancta sanctorum de mi vida. Viejas cosas, antiguos cachivaches ya sin uso y sin sentido aguardando que algún día los guarde en un baúl de recuerdos y pasado.

En esos dos cajones encontré retazos de mi pasado maullando como una gatita que busca caricias en el cuello. Tres o cuatro viejos y trasnochados muñequitos de indios de plástico monocolor que ganaban siempre contra los vaqueros en las estepas llenas de lobos imaginarios que mi primo y yo montábamos en el jardín de mi casa. Canicas que perdía jugando, en la calle, a chivapiegrandotuteyguas, peonzas con punta de tornillo que ganaba jugando en círculos de arena en las mismas calles en las que perdía las canicas. Un pedazo de la escayola que soldó el brazo que me partí saltando de almena en almena en el Castillo en el que jugaba de crio.

Una caja de plata vieja en la que guardé la arena de todos los castillos que construí en el aire. Junto a las llaves de la primera moto que me robaron en noche de verano y besos, la hebilla de la vieja y arrugada chupa de cuero que tan sólo pudo librarme de las magulladuras de las primeras ostias en moto, pero que fue incapaz de librarme de caídas peores. Un vetusto disco de vinilo con antiguas canciones italianas en el que todavía se puede leer como gira il mondo gira, nello spacio sensa fine, con le amore apena nati, con le amore deja finite, con la joia e con dolore.

Recuerdos y bienaventuranzas de compañeros olvidados escritos en pañuelo azul de cuello, de aquel año que me obligaron a salir de mi hogar para enseñarme nada, atados con el cordel naranja que amarraba una llave en mi cuello. Cartas de amor, manuscritas con bic cristal, que me dieron niñas que ya serán mujeres, y que sin duda se abran olvidado de mi nombre, como yo no me he olvidado los suyos, cartas de un tiempo remoto. Un frasco de perfume que olía a ti. Recuerdos de las lágrimas de cocodrilo que decían llorar por mi.

Mechones de pelo guardados en cajitas de cristal. Incluso mis rizos de aquella época en la que los deje crecer. Recuerdos del pelo largo, que dirían los burning. Mis primeras pulseras de tela, de trapo, de cuerda, y de metal todas guardadas en el interior de un jarrillo de latas que me acompañó a muchos lugares. Todos mis DNIs, desde el primero grande y azul en el que aparezco como un niño apenas sin granos, hasta el último. Imagen del inexorable paso del tiempo.

Todas las carteras que he ido teniendo desde los trece años. Billetes de avión (de cuando se viajaba con billetes) monedas de lejanos países. Añejas fotos de carnet. Entradas de conciertos. Tunel of love tour. Algún colgante. Gafas de sol

Un billete de mil pesetas partido en dos.

Una caja de zapatos con todos los besos que no he dado y que tengo aquí guardados por si los vienes a buscar.

Allí encontré, en fin, mis raíces y mis alas. Restos de las margaritas que desoje.
Victoria un besico de la Gitana,


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