EL HOMBRE DEL SAXO
Del saxo le brotaban
desmarridas melodías
sosegadas
como sierpes infinitas
extenuadas
reptando en medio de la maleza
de los espíritus indolentes
No era Yarbird que interpretaba el Bebop
con maestría
en los suburbios de New York
o Missisipi
pero estaba Donna Lee
evocada en el bullicio
por la calle de Maipú
En el sombrero
inverecundo boquiabierto
amortiguados por láminas amarillas
autumnales
rebotaban a veces
los sustentos,
y el muro
recíproco
devolviendo desde el frente
los lánguidos compases
de Donna Lee.
Del saxo le brotaban
desmarridas melodías
sosegadas
como sierpes infinitas
extenuadas
reptando en medio de la maleza
de los espíritus indolentes
No era Yarbird que interpretaba el Bebop
con maestría
en los suburbios de New York
o Missisipi
pero estaba Donna Lee
evocada en el bullicio
por la calle de Maipú
En el sombrero
inverecundo boquiabierto
amortiguados por láminas amarillas
autumnales
rebotaban a veces
los sustentos,
y el muro
recíproco
devolviendo desde el frente
los lánguidos compases
de Donna Lee.