Qué eres, dulce hermosura, ante los ojos
del mortal que seduces con tu encanto?
Objeto destinado a verter llanto,
juguete de sus pérfidos antojos.
Raro será el que rinda por despojos
a la pura beldad un amor
santo;
el hombre engaña, ríe, y entre tanto
siembra bajo su planta mis abrojos.
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