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LIMONES: El pasado mes de mayo el fin de semana del 9 al 11,...

El pasado mes de mayo el fin de semana del 9 al 11, bajamos a Granada capital, pues, aunque en una ocasión estuvimos por allí, sólo visitamos la Alhambra, y teníamos ganas de conocer la ciudad, callejear por los barrios, disfrutar de sus miradores, alucinar con la catedral, y sentirnos como en casa, porque todo el mundo con el que nos tropezamos fue de una amabilidad, cercanía y naturalidad exquisita, como en pocos sitios he encontrado.

Todo eso en apenas un día (el sábado).

Habrá que volver nos decimos, para demorar los pasos, y detenernos más en cada punto, descubrir otros que se quedaron en el mapa, para volver a visitar la fortaleza roja y seguir con la embriaguez de los sentidos.

¡Ojalá sea pronto!

Y si el viernes fuimos por el camino más recto y la vía más rápida, el regreso a casa lo hicimos sin pausa pero sin prisa, y vinimos un poco a "campo a través".

Y a los pocos kilómetros recorridos de pronto empecé a reconocer horizontes, y topónimos, por donde jamás había puesto los pies, y sin embargo...

Ahí estaba todo, tal y como lo muestran las fotos, materializándose las palabras, ahí la montaña, ahí el río, allá el horizonte recortado, todo surgiendo como al dictado de Santiago, mi cicerone en red por esos pagos.

Santiago, es un paisano de este pueblecito de Limones, con el que conecté hace más de diez años, y con el que mantengo aún una sana amistad virtual.

Él es entusiasta de su pueblo, tiene por bandera la hospitalidad, y a unos cuantos nos ha situado su pequeña patria en el mundo.

Estuvimos a 5 Km de Limones, y si no entramos fue porque no nos gusta llegar a los sitios sin avisar, ni con las manos vacías. Ahora me estoy arrepintiendo.

Espero que estas letras salven la distancia física de entonces y ahora.

Bendito sea el que loa a su pueblo
sin atavíos de rima o medida,
aquel que siempre habla de tú a la vida,
y nunca se enreda con los vocablos.

Bendito el que con ímpetu y porfía,
más con delicadeza en sus modales,
nos enseña y regala las postales
de su cotidiana geografía.

Aquel que nos revela las montañas
y aquellos laberintos de caminos,
con los que se tropieza en su rutina.

Ese que con su humanidad se apaña,
y como ese santo de peregrinos
en torno a su pueblo, nos aglutina.
DLV®

Un abrazo y lo mejor para el año venidero y siguientes.