JETE

Habitantes: 830  Altitud: 123 m.  Gentilicio: Jeteño/a 
Hoy amanece en JETE a las 07:33 y anochece a las 20:53
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Fiestas:

En cuanto a las fiestas y tradiciones, antaño muy abundantes y de gran raigambre popular, se han perdido en su mayor parte o han decaído sobremanera. Sirvan como ejemplo: San Juan, San Marcos, el día de las comadres, la noche de los tiestos, la Candelaria, la noche de los Santos, el día de las cruces, las serenatas con flores en noche del sábado de gloria, entre otras.

Actualmente se conservan las procesiones de Semana Santa, las fiestas patronales de enero y la romería de Bodíjar en el mes de abril.

Costumbres:

De la gastronomía, muy rica y variada, podemos destacar el choto al ajillo, las migas de pan, el puchero de hinojos, las papas a lo pobre y una abundante repostería de la que podemos destacar el pan de higo, las almendras garrapiñadas, las tortas de chicharrones, los mantecados y roscos….

Historia:

Jete es un pequeño casco urbano que comparte historia con el resto de la comarca costera granadina; es decir, contacto con las primeras civilizaciones que llegaron por mar a la península Ibérica, caso de los fenicios, y momentos de desarrollo tras la invasión musulmana gracias a su enclave escarpado y a sus fértiles tierras. Vivió un periodo de considerable zozobra hasta la definitiva conquista cristiana, después sufrió las consecuencias de la guerra de los moriscos y su posterior derrota y expulsión, y más tarde padeció las continuas incursiones de los piratas berberiscos que obligaron a establecer baluartes defensivos. En el último tercio del siglo XX ha conocido una nueva etapa de prosperidad gracias al desarrollo de la agricultura tropical y a la atracción que representa para el turismo.

Aunque hay constancia de asentamientos humanos en el lugar desde el Neolítico, con enterramientos en cuevas y cistas y abundante industria lítica y cerámica, el origen del actual asentamiento (constatado documentalmente) hay que buscarlo en época árabe, cuyos geógrafos nos hablan ya desde los siglos XI y XII de Set, Xet, Yeth (denominación que significa orilla o ribera) como una alquería perteneciente al alfoz de Almuñécar.

Este pueblo morisco, ocupado a partir de 1573 por repobladores cristianos de diversa procedencia geográfica, se halla actualmente enterrado bajo una gruesa capa de limo debido a las aportaciones tanto del río Verde como del barranco de la Torrontera. En la parte alta se ubican la mezquita y el cementerio. Había, incluso un pequeño núcleo de casas al otro lado del río.

Según consta documentalmente, las casas eran pequeñas, construidas con piedra o ladrillo y adobe y con cubiertas de cañizo y tejas, hallándose en precarias condiciones de habitabilidad. Por su plaza discurría el camino real de Almuñécar a Granada.

Para escapar a las frecuentes y terribles avenidas del río, el pueblo creció escalando las laderas del monte a ambos lados del barranco de la Torrontera, que lo dividía en dos, tal como lo atestiguan el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) y el de Pascual Madoz (1845-1850). Dicho barranco continuó anegando la parte baja del pueblo, por lo que hubo de ser encauzado mediante un muro a modo de espigón que aún hoy se conserva.

La economía de Jete siempre estuvo basada en la agricultura. Ya en época árabe gozaron de merecida fama sus uvas, pasas e higos, aunque tras la repoblación cristiana (1573), la agricultura quedó un tanto abandonada. Con el tiempo volvió a recuperar la excelencia de tales productos, a los que añadió un abundante cultivo de la caña de azúcar a partir del s. XVIII y se construye la Fábrica Trapiche (1736), la primera importante que hubo en Jete. Desde finales del s. XIX se incrementa el cultivo de la caña debido a la ruina de las viñas tras el desastre de la filoxera, lo que conlleva la construcción de otras fábricas en el municipio a la vez que se produce una emigración de sus habitantes especialmente a América del Sur. Tras un período de tiempo en que se alternan momentos de auge con otros de decadencia, el cultivo de la caña se fue abandonando y sufrió un rápido declive a partir de los años 50, siendo sustituido por los cultivos de subtropicales, base de la economía actual.

En otro orden de cosas, tras la repoblación cristiana se concedió a Jete la categoría de lugar y contaba para su administración con dos alcaldes ordinarios (renovados anualmente), dos regidores o concejales y un alguacil hasta que en 1834 y mediante Real Decreto se le concede la categoría de pueblo, comenzando su andadura como municipio autónomo.