¡Coño, benardo!
¿Así que era eso, eh? ¡Pillín!
Se pilla antes a un embustero que a un cojo, y en tu caso no ha sido muy difícil.
Ya me extrañaba, viniendo de tí, tanta flema a la hora de defender al licenciado
vidriera. ¡Si sólo lo hacía por un plato de lentejas!
Sí, lo sé, se que ahora vendras con tu sarta de insultos fáciles bién hilvanados y estudiados, con tus reproches y tus excusas, con tu verborrea casquivana e insulsa, pero ya es tarde. Ahora tus argumentos y pareceres equivalen a
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