ILLORA

Habitantes: 10.797  Altitud: 744 m. 
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Historia:



Illora posee restos arqueológicos pertenecientes a la prehistoria, el neolítico y sobre todo de la Edad del Cobre. Se cree que Illora proviene de la palabra Illurco, que según Humboldt parece ser de origen vasco o de algún pueblo pirenaico emparentado con ellos, desde luego anterior a lo ibérico y a lo celta. Hacia el 600 a. de C., los cartagineses desembarcan en la Península llamados por los fenicios, sobre los que imponen su autoridad, y con una política hábil consolidan las bases de su Imperio, entre el que se encuentra Illurco. Cuando se inicia la Reconquista de Roma a fines del S.III a. de C., el complejo étnico del Sur de la Península aparece tan confusamente mezclado que es imposible determinar el verdadero carácter racial de sus pueblos. El sustrato tartésico, los elementos púnicos o cartagineses y la gran influencia indoeuropea crean un mestizaje que marca un sello particularísimo en estas poblaciones del Sur; junto a este conglomerado será también importante la influencia del elemento celta. Entre todas esta tribus primitivas se encuentran los túrdulos o turdetanos, los cuales habitaban en Jaén y casi todo el término de Granada y Málaga, por consiguiente parece ser que Illora estaba comprendida dentro de esta zona. Sobre este mosaico etnográfico de pueblos y culturas irrumpe la dominación romana; con la romanización, la Bética se convierte en la provincia más importante aventajando a las demás por su riqueza y fertilidad. Aunque se crean nuevos núcleos de población, las colonias se asientan en poblados ya existentes; de ellas, Plinio señala entre las más celebradas del interior a Illurco, que en tiempos de Augusto perteneció a Córdoba. El debilitado imperio visigodo, caería con la invasión árabe comenzada el 711 con el desembarco de Tariq en el estrecho, la cultura islámica marcaría para siempre gran parte del territorio peninsular y muy especialmente Andalucía, cuyos campos y pueblos aun conservan vivamente su huella. Son escasas las noticias que tenemos de Illora durante la época que estuvo sometida bajo los musulmanes, sin embargo se deduce de las crónicas cristianas que debió de ser un pueblo importante con fortaleza y arrabales. En el año 1483 los Reyes Católicos consideraron la necesidad de proseguir la campaña contra los moros a un ritmo más acelerado que hasta entonces. El 20 de junio partió el Rey con su ejercito y avistó la ciudad de Granada por ver si podía provocar a los moros a la batalla pero parece que viendo el monarca cristiano que no podía durar mucho en la guerra de la vega por la falta de mantenimiento que ya iba faltando, determinó volver a Córdoba, donde le esperaba la Reina, dejando la vega con gran destrozo y además saqueó el arrabal de Illora, entrando posteriormente en Córdoba. En el año 1485 siguieron las escaramuzas y talas con nuevas expediciones hacia el reino granadino. En gran parte, el Rey Fernando logró sus propósitos pues en Granada repercutían las consecuencias de tanta perdida de cosechas y de hombres, ya que en dos años no cesaron los cristianos en sus hostilidades y talas, atemorizando a la población para realizar sus siembras, por lo que grandes extensiones de fértiles terrenos quedaban incultos y abandonados, escaseando notablemente el abastecimiento indispensable para los combatientes, que se retraían en gran numero para alistarse en sus filas; esta campaña de demostraciones fue poco a poco tomando mayores proporciones, no limitándose a la parte interior del reino granadino sino que se extendió a la parte del litoral. En la primavera de 1486 el Rey Fernando reanuda la guerra contra Granada, comenzando con el sitio de Loja, al mando en la vanguardia del ejercito iban el Maestre de Santiago, el Marques de Cadiz, el Conde de Ureña, el Conde de Cabra y su primo Alonso de Aguilar; la rendición de la ciudad de Loja el 29 de mayo supuso la llave que abriría la conquista de la fortaleza de Illora. EL SIGLO XVIII- El Catastro del Marqués de la Ensenada / El apeo de aguas El rey encargó a un profesor de matemáticas de Alcalá, llamado Pedro Esquivel, que hiciese una descripción exacta de los pueblos y tierras de España, cumpliendo Esquivel su cometido en 1575. Los visitadores, en varios volúmenes, hicieron una relación de tierras (consiguiendo las calidades). árboles, etc.: señalando con relación de nombres, el número de vecinos viejos y el de nuevos que venían a sustituir a los moríscos expulsados a consecuencia de la rebeldía, así como las tierras que se les designaba en el repartimiento. La obra del catastro quedó paralizada hasta que, en tiempos de Fernando VI, el Marqués de la Ensenada influido por las nuevas ideas económicas del siglo XVIII realizó un inventario análogo que puede servir de punto de referencia para estudiar la evolución económica española, comparándolo con el inventario del siglo XVI. El siglo XVIII es el siglo de las reformas, las cuales se hicieron en gran medida tomando a Francia como modelo. Las nuevas ideas económicas dedican especial atención a la Economía Política; esta política trajo consigo muchas mejoras y la reforma de antiguos abusos. y aunque algunas teorías estuviesen equivocadas y muchas de las disposiciones dictadas quedasen incumplidas les guiaba un sincero interés por la prosperidad de la tierra y por la cultura. La eficacia de las medidas de Gobierno y de las iniciativas particulares quedó demostrada con la introducción de nuevos métodos de cultivo. el establecimiento y perfección de la industria o la roturación de terrenos. El Consejo de Castilla ya en el siglo XIX también trabajaría para la formación del castastro, aunque la invasión francesa retrasó la efectiva realización de esta idea. La ley de 27 de marzo de 1900 dispuso la formación de un catastro de las riquezas rústicas y pecuarias por masas de cultivo y con carácter puramente fiscal, aprobándose por Real Decreto en 1906; a raíz de esta ley de 1906 el avance catastral debía producir todos los efectos jurídicos, administrativos y tributarios dentro del año siguiente, sin embargo los resultados no fueron tan rápidos; aunque se ha ido superando hasta la actualidad. En el S. XVIII los Reyes y Ministros intentaron levantar España de la pobreza y postración en la que había entrado en este siglo, para ello procuraron fomentar las fuentes de riqueza y mejorar la educación; este mecanismo estaba inspirado en gran manera en las ideas fisiócratas francesas que tenían la agricultura como la principal fuente de riqueza del país.