La tortilla
El vocablo tortilla proviene del latín tortilla, es decir pequeña torta de pan, que a su vez procede del término griego toitidion, que significa panecillo.
Contrariamente a la opinión popular, la tortilla no se descubrió por azar, sino que fue fruto de las investigaciones culinarias llevadas a cabo por uno de los llamados Siete Cocineros más importantes del mundo antiguo. Su invención es atribuida al Cigofilo, también conocido como el Maestro de los Huevos, según cuenta el gramático griego Ateneo en su obra El banquete de los sabios, del siglo III. Cigofilo no sólo ideó la tortilla, sino también el huevo duro y el huevo pasado por agua.
Sin duda alguna, la tortilla, sobre todo la de sangre de liebre, fue uno de los alimentos más célebres de la Antigüedad, aunque su consumo suscité una polémica teológica. La Iglesia sostenía que la tortilla rompía el ayuno cuaresmal y el de los viernes de vigilia, puesto que el huevo era considerado parte del animal, es decir, carne. En este sentido se pronunció el Concilio de Aquisgrán, en 917, hasta que el papa Julio III declaró en 1553 que la tortilla era un ahmento válido para los días de vigilia. Como anécdota, cabe decir que este Papa era un adicto a las de cebolla.
En cuanto a la tortilla de papa, son numerosas las provincias españolas que se disputan su invento. No obstante, algunos expertos creen que es obra del general carlista Tomás de Zumalacárregui (1788-1835). El militar aseguró que la inventó un día que mezcló un plato de papas fritas sobrantes con unos huevos batidos que luego echó a la sartén. Es probable que esto no sea cierto, ya que existen referencias de que en las tabernas madrileñas de mediados del siglo XVIII se servía una especie de tortilla compuesta de diversos ingredientes entre los que formaba parte la papa.
El vocablo tortilla proviene del latín tortilla, es decir pequeña torta de pan, que a su vez procede del término griego toitidion, que significa panecillo.
Contrariamente a la opinión popular, la tortilla no se descubrió por azar, sino que fue fruto de las investigaciones culinarias llevadas a cabo por uno de los llamados Siete Cocineros más importantes del mundo antiguo. Su invención es atribuida al Cigofilo, también conocido como el Maestro de los Huevos, según cuenta el gramático griego Ateneo en su obra El banquete de los sabios, del siglo III. Cigofilo no sólo ideó la tortilla, sino también el huevo duro y el huevo pasado por agua.
Sin duda alguna, la tortilla, sobre todo la de sangre de liebre, fue uno de los alimentos más célebres de la Antigüedad, aunque su consumo suscité una polémica teológica. La Iglesia sostenía que la tortilla rompía el ayuno cuaresmal y el de los viernes de vigilia, puesto que el huevo era considerado parte del animal, es decir, carne. En este sentido se pronunció el Concilio de Aquisgrán, en 917, hasta que el papa Julio III declaró en 1553 que la tortilla era un ahmento válido para los días de vigilia. Como anécdota, cabe decir que este Papa era un adicto a las de cebolla.
En cuanto a la tortilla de papa, son numerosas las provincias españolas que se disputan su invento. No obstante, algunos expertos creen que es obra del general carlista Tomás de Zumalacárregui (1788-1835). El militar aseguró que la inventó un día que mezcló un plato de papas fritas sobrantes con unos huevos batidos que luego echó a la sartén. Es probable que esto no sea cierto, ya que existen referencias de que en las tabernas madrileñas de mediados del siglo XVIII se servía una especie de tortilla compuesta de diversos ingredientes entre los que formaba parte la papa.