Al final de cada reencarnación se desintegra el aspecto-forma de la persona y como polvo que era, retorna al polvo y conforme a sus planos, porque la vida animada que los mantuvo en cohesión ha desaparecido.
En primer termino el cuerpo físico, luego el eterico, después la forma astral y por ultimo la mente concreta, al cumplir su ciclo vuelve al polvo, a los abismos de la materia primordial de donde fueron traídos a la sustancia viviente por el soplo de vida que los animo. Nada queda de ellos, salvo los trazos en el espacio producido por las reacciones habituales de su naturaleza, trazos que suelen llamarse “sombras del eter reflector”. No es fácil para nuestra experiencia mundana ingresar en una idea tan extraña, pero si imaginamos el Eter Reflector o Akasha, como una placa sensible en la que se imprime todo reflejo que llegue a ella, y de la cual es posible por medios apropiados, que describiremos oportunamente, escoger y revelar las impresiones a voluntad, nos aproximaremos a una comprensión somera del proceso.
En primer termino el cuerpo físico, luego el eterico, después la forma astral y por ultimo la mente concreta, al cumplir su ciclo vuelve al polvo, a los abismos de la materia primordial de donde fueron traídos a la sustancia viviente por el soplo de vida que los animo. Nada queda de ellos, salvo los trazos en el espacio producido por las reacciones habituales de su naturaleza, trazos que suelen llamarse “sombras del eter reflector”. No es fácil para nuestra experiencia mundana ingresar en una idea tan extraña, pero si imaginamos el Eter Reflector o Akasha, como una placa sensible en la que se imprime todo reflejo que llegue a ella, y de la cual es posible por medios apropiados, que describiremos oportunamente, escoger y revelar las impresiones a voluntad, nos aproximaremos a una comprensión somera del proceso.