Es lo que ocurre con el lince ibérico ('Linx pardinus'), que hace apenas un lustro parecía condenado. Reducido su número a unos 100 adultos, y confinados a dos territorios, Doñana y la comarca de Andújar, en la zona de Sierra Morena entre Córdoba y Jaén, los expertos auguraban que su extinción era cosa de tiempo. Pero la situación empieza a revertir.