Las temperaturas de aquel pasado en el que vivió la Titanoba Cerrejonensis, demuestran que, al contrario de lo que se piensa, la vegetación tropical vive en su estado óptimo. «Unos grados más de temperatura tiene implicaciones profundas en la dinámica de muchas especies, beneficiando a algunas y perjudicando a otras», sostiene Jaramillo, coautor del hallazgo.