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FREILA: El culo de Luis XIV y su influencia en la historia...

El culo de Luis XIV y su influencia en la historia de la música (VIII)

Nada, una heridita aparentemente sin importancia. Apenas le prestó atención. Pero la higiene no es que fuera mucha en aquel tiempo y menos en dicha parte del cuerpo y en pleno invierno. La herida no sólo no se curó, sino que en unos días empezó a mostrar mal color. Su médico, Mr. Alliot, empezó a sospechar y temer. Y en poco tiempo los malos presagios se confirmaron: gangrena.
El médico propuso una solución drástica: "Baptiste, sería bueno cortar el dedo". Pero Baptiste no estaba por la labor. Y la gangrena avanzaba.
"Baptiste, insistió el cirujano unos días más tarde, convendría cortar el pie". Pero Baptiste siguió negándose. Se movía, además, por su habitación un extraño elemento (no está muy claro si era médico o cirujano graduado o un mero charlatán) que le había prometido la cura en quince días. Pero pasado el plazo, la herida no mejoró. Y enfermo que no mejora, empeora. Sobre todo, si es una gangrena el mal.
"Baptiste, volvió a la carga el médico, deberíamos cortar por lo sano” (se iba ya por la pierna). Baptiste, erre que erre. Y la gangrena, también.
Poco después, desesperado, Lully ofreció -en un periódico publicó el anuncio- una gran suma de dinero a quien le arrancara de las garras de la muerte. Demasiado tarde. Estaba ya en las últimas y no había remedio ni cirugía que valieran. El sábado 22 de marzo de aquel año del Señor de 1687, entre las nueve y las diez de la mañana, Jean Baptiste Lully entregó su alma. En noviembre habría cumplido 55 años.