Las grandes plagas pueden haber sido originadas por los seres humanos y luego transmitidas por las pulgas a las ratas. Cualquiera fuese la respuesta a estos enunciados, el reinado de trescientos años de la plaga en Europa culminó por un proceso natural y no por una medida efectiva por parte del hombre. No hubo ningún descubrimiento médico ni científico, ningún avance en la higiene social ni mejoramiento en el nivel de vida que pueda explicarnos esta desaparición.