La vida de los samurai se regía por el código del guerrero, parecido al código de honor de los caballeros europeos. La lealtad a su señor constituía la base de ese código. A cambio de la protección dada al guerrero, éste obedecía las órdenes de su señor sin cuestionarlas y estaba dispuesto a morir en su nombre. El samurai daba gran importancia a sus ancestros y cultivaba religiosamente la tradición familiar para ganar méritos. Su conducta debía ser firme y no dar muestras de cobardía. Los guerreros iban al campo de batalla esperando y deseando la muerte, ya que se pensaba que un guerrero animado por la esperanza de sobrevivir no lucharía bien.