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FREILA: Lina Morgan (III)...

Lina Morgan (III)
Al comienzo de la campaña siguiente presentó, en el mismo escenario, la revista musical Vaya par de gemelas; con este montaje no sólo colgó ininterrumpidamente el susodicho cartel de "no hay billetes", sino que batió todos los récords de recaudación en taquilla. Su profesionalidad, acrecentada por la devoción de sus fieles seguidores, la mantuvo sobre las tablas el día 8 de diciembre de 1982, fecha en la que el cadáver de su padre estaba de cuerpo presente. Ya por aquel entonces se había convertido en un fenómeno inusual dentro del mundillo del espectáculo artístico español, fenómeno que rebasaba los límites castizos del público madrileño para llegar hasta el último rincón de la Península, desde donde se organizaban excursiones a Madrid para asistir, como principal objetivo de las mismas, a las funciones de Lina Morgan en el teatro de La Latina.
Tras haber recibido, en el transcurso de aquel mismo año de 1982, el Premio "Miguel Mihura" (otorgado a la mejor actriz española) y el Premio Naranja (concedido por los periodistas españoles a la personalidad del año que con mayor simpatía les ha atendido), en 1983 estrenó en Valencia una nueva revista, siempre basada en su exitosa fórmula teatral, titulada Hay que decir sí al amor. De nuevo la masiva asistencia de espectadores colmó las expectativas de la actriz y empresaria.
Alentada por todos esos éxitos profesionales, despreció los malos recuerdos de su primera aventura empresarial y convenció a José Luis, su hermano y mánager, para que ambos hipotecaran todo cuanto tenían, con la valiente decisión de adquirir aquel teatro de su barrio y convertirlo en la sede estable de su propia compañía. Este sueño de Lina Morgan se hizo realidad en 1985, año en el que se le concedieron la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y la Medalla al Mérito Artístico -concedida por el Ayuntamiento de Madrid-, y en el que fue distinguida y homenajeada con la entrega del "Garbanzo de Plata".
En 1987 estrenó en su teatro de La Latina la revista El último tranvía, dirigida por Víctor A. Catena, que, tras permanecer en cartelera hasta 1991, dejó un balance de dos millones de espectadores. Su siguiente revista, Celeste no es un color (original de Roberto Romeo) causó tal conmoción que arrancó las lágrimas de la propia actriz, sobre las tablas, en medio de una atronadora ovación. Estos logros profesionales venían refrendados por el éxito empresarial, como lo confirma el nombramiento de "Empresaria del Año" que, en 1989, recibió por parte de la Cámara de Comercio.
Además de los numerosos galardones y homenajes ya mencionados, Lina Morgan ha sido distinguida también con el Premio "Fotogramas de Plata" a la mejor actriz de 1989, y con el Premio Empresa y Economía de 1992, por su labor empresarial al frente del teatro. En 1999 le fue concedida la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.