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La recirculación en los cultivos sin suelo consiste en restituir al circuito de fertirrigación los lixiviados originados como consecuencia de dotaciones de riego excedentarias, de forma que se establezca un circuito cerrado. De ahí que los cultivos sin suelo equipados con sistema de recirculación se denominen cultivos sin suelo cerrados, de manera que consigue eliminar o reducir considerablemente las cantidades de drenajes libres mediante un proceso de reutilización de los mismos.

La tasa de recirculación de drenajes depende de la concentración de sales en el agua de suministro, siendo ésta mayor cuanto menor es el contenido en sales de efecto acumulativo.

Del correcto manejo del cultivo y de la composición del agua de suministro, depende de que la conductividad eléctrica del agua de recirculación se incremente más o menos deprisa, y por tanto que la tasa total de recirculación sea mayor o menor.

Los gastos hídricos previstos para una plantación bajo este sistema debe tenerse en cuenta para estimar la viabilidad económica y medioambiental del cultivo, considerando los siguientes factores:
Zona agrícola.
Tipo de invernadero.
Estado fenológico y duración del ciclo de cultivo.
Fecha de trasplante.
Densidad de la plantación.
Control climático del invernadero.
Tipo de sustrato y de contenedor.
Calidad del agua de riego.
Sistema cerrado o abierto.
Producción.

El pH de las disoluciones de riego debe encontrarse incluido entre los valores de 5,5 y 6,5; intervalo en que la mayoría de los elementos nutritivos se encuentran de forma asimilable para las plantas.

Recomendaciones antes de instalar un cultivo sin suelo:
Si el invernadero ha sido utilizado y se ha detectado alguna enfermedad, es necesario desinfectar tanto el suelo como las estructuras.
Cubrir el suelo con plástico.
Es aconsejable tener un pediluvio con una solución desinfectante a base de sulfato de cobre a la entrada del invernadero.
Cubrir la balsa de riego de modo que permanezca cerrada y recibir el agua entubada.
Mantener tanto el invernadero como los alrededores libres de malas hierbas.
No abandonar residuos vegetales en lugares cercanos al invernadero.
Desinfectar las herramientas con lejía.
Formar adecuadamente a los operarios para evitar que sean vehículos de contaminación.