En la época medieval, tres caballeros, uno de los cuales es bilbaíno, cabalgan tranquilamente a través de un bosque. De repente, en la torre de un castillo se abre una ventana y una bella princesa asoma la cabeza:
- � ¡Vicio, quiero viciooooooooo ooooooooooooooo...!�.
- � ¿Quiere vicio? Pues va a tener vicio�, comenta uno de los caballeros mientras se dispone a subir a la torre.
- � Te voy a dejar que me hagas el amor, pero tienes que hacer una marca con esta tiza cada vez que lo hagas�, dice la princesa.
- � Vale, de acuerdo�.
Al cabo de dos horas, sale el caballero exhausto.
- � Lo hemos hecho veinte veces, ésa no va a querer vicio por un tiempo�.
De pronto, la dama se asoma otra vez:
- � ¡Vicio, quiero vicioooooooo ooooooooooooooooo...!�.
- � Vaya con ésta... Pues va a ver...�.
El segundo caballero sube a los aposentos de la infanta. De nuevo, la misma condición:
- � Te voy a dejar que me hagas el amor, pero tienes que hacer una marca con esta tiza en la pared cada vez que lo hagas�.
- � Vale, vale�.
Tras cinco horas de lujuria, el caballero, que prácticamente no podía andar por el agotamiento, abandona el castillo.
- � ¡Cincuenta veces!, ¡lo hemos hecho cincuenta veces! Ésa no se levanta en un mes�.
Repentinamente, se vuelve a abrir la ventana:
- � ¡Vicio, quiero viciooooooooooo ooooooooooooooo...!�.
- � Ahí va la tía, con que quiere más, pues vamos a enviarle al bilbaíno...�.
El caballero de Bilbao entra en el castillo. Comienza a pasar el tiempo. Transcurren dos horas, cuatro, seis, ocho,... A las diez horas, la princesa sale por la ventana:
- � ¡Tiza, quiero tizaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa...!�.
- � ¡Vicio, quiero viciooooooooo ooooooooooooooo...!�.
- � ¿Quiere vicio? Pues va a tener vicio�, comenta uno de los caballeros mientras se dispone a subir a la torre.
- � Te voy a dejar que me hagas el amor, pero tienes que hacer una marca con esta tiza cada vez que lo hagas�, dice la princesa.
- � Vale, de acuerdo�.
Al cabo de dos horas, sale el caballero exhausto.
- � Lo hemos hecho veinte veces, ésa no va a querer vicio por un tiempo�.
De pronto, la dama se asoma otra vez:
- � ¡Vicio, quiero vicioooooooo ooooooooooooooooo...!�.
- � Vaya con ésta... Pues va a ver...�.
El segundo caballero sube a los aposentos de la infanta. De nuevo, la misma condición:
- � Te voy a dejar que me hagas el amor, pero tienes que hacer una marca con esta tiza en la pared cada vez que lo hagas�.
- � Vale, vale�.
Tras cinco horas de lujuria, el caballero, que prácticamente no podía andar por el agotamiento, abandona el castillo.
- � ¡Cincuenta veces!, ¡lo hemos hecho cincuenta veces! Ésa no se levanta en un mes�.
Repentinamente, se vuelve a abrir la ventana:
- � ¡Vicio, quiero viciooooooooooo ooooooooooooooo...!�.
- � Ahí va la tía, con que quiere más, pues vamos a enviarle al bilbaíno...�.
El caballero de Bilbao entra en el castillo. Comienza a pasar el tiempo. Transcurren dos horas, cuatro, seis, ocho,... A las diez horas, la princesa sale por la ventana:
- � ¡Tiza, quiero tizaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa...!�.
