III. Haz de la inmoralidad tu reglas, pero sírvete de la moral de los demás en tu propio beneficio. Debes considerar que esa moral es una debilidad que disminuye la fuerza de tus enemigos, puesto que han de atenerse a unas reglas que a ti te son conocidas, por lo que puedes vulnerarlas facilmente sin que aquéllos se aperciban, si eres lo bastante cuidadoso. Utiliza todos los medios a tu alcance, el soborno y el cohecho, regalos y obsequios, para atraer hacia ti el favor de lo que aún son poderosos, a fin de que ellos te allanen los obstáculos o te apoyen cuando les necesites. No olvides que es gracias a la moral agrietada de los demás que tú podrás conseguir los fines que te hayas propuesto alcanzar.