Hombre voluble, combatió primero contra Benadad, rey de Siria, al que venció dos veces, y como éste se humillara, Acab hizo alianza con él. Una inscripción monolítica de Salmanasar III, rey de Asiria, demuestra que, haciendo honor a esta alianza, peleó contra los asirios en la batalla de Karcar en el año 853 a. C. Finalmente, Acab, aprovechándose de una visita de Josafat, rey de Judá, le propuso una expedición común para recobrar Ramot de Galaad al otro lado del Jordán. Los profetas de Baal le animaron a la empresa, pero Miqueas (el único profeta de Jehová) predijo la muerte de Acab. Éste se disfrazó para evitar el cumplimiento de la trágica profecía, procurando no llamar la atención; pero un individuo del ejército enemigo, tirando al azar, hirió mortalmente al impío rey Acab y, según había profetizado Elías años antes, su sangre fue lavada sobre su carro en el estanque de Samaria, y los perros la lamieron después de un reinado de veintidós años. Fue sucedido por Ococías, su hijo.