FREILA: También le hizo participe de la fama de caprichosa...

También le hizo participe de la fama de caprichosa y cruel que pesaba sobre la Reina y quiso que conociera que ella estaba enterada de sus sentimientos hacia su hija. Una mujer sin escrúpulos, era por tanto, muy peligrosa. Le hizo saber que el Rey había muerto en circunstancias extrañas y que por todo el Reino se murmuraba que fue la Reina quien había ordenado la muerte a su marido por celos.

Amaro comprendió lo que su maestro deseaba transmitirle, pero no compartía los razonamientos de su censura. Le contestó con humildad que, también aquel día de su iniciación, prometió que siempre sería un hombre libre de prejuicios, que respetaría fraternalmente a todos sus semejantes, los seres humanos como seres iguales a él, que cómo hombre emancipado, otorgaba absoluta libertad a su corazón para enamorarse de la mujer elegida y que jamás reprimiría un sentimiento puro y virtuoso, que las riquezas y hasta la propia vida si fuera necesario, eran parte de su entrega generosa a los principios de la Orden de Canteros, pero que la honestidad consigo mismo era un principio inquebrantable.

El maestro intuyó que Amaro no sometería jamás sus emociones a sus razones y aunque presentía que aquella relación le acarrearía serias incomodidades, optó por respetar los sentimientos sinceros que iban germinando en el corazón del joven aprendiz y nunca más volvió a insistir en darle sus consejos, aunque todos los días observaba disimuladamente con curiosidad la marcha de la relación entre los dos jóvenes muchachos.