Padre, tengo un problema.
-Dime, hija, cuál es tu problema?
-Fíjese, padre, que tengo dos periquitas muy bonitas, pero lo único que saben decir es: " ¡Hola!, somos prostitutas, ¿quieres divertirte un ratito?"
-Eso está muy mal, hija, pero le propongo algo: yo tengo un par de periquitos a los que he enseñado a leer la biblia y a rezar. Tráigame sus periquitas, las ponemos en la misma jaula con mis periquitos y ellos les enseñarán a rezar y a leer la biblia.
La señora, encantada con la idea, le lleva las periquitas al día siguiente. Al llegar, ve que los periquitos del padre están en su jaulita concentrados, rezando el rosario. Meten a las periquitas en la jaula y, fieles a su costumbre, dicen:
- ¡Hola! Somos prostitutas, ¿quieres divertirte un ratito?
Y uno de los periquitos del cura contesta:
-Hermano, ¡guarda los rosarios que nuestras oraciones por fin han sido escuchadas!
-Dime, hija, cuál es tu problema?
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-Eso está muy mal, hija, pero le propongo algo: yo tengo un par de periquitos a los que he enseñado a leer la biblia y a rezar. Tráigame sus periquitas, las ponemos en la misma jaula con mis periquitos y ellos les enseñarán a rezar y a leer la biblia.
La señora, encantada con la idea, le lleva las periquitas al día siguiente. Al llegar, ve que los periquitos del padre están en su jaulita concentrados, rezando el rosario. Meten a las periquitas en la jaula y, fieles a su costumbre, dicen:
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Y uno de los periquitos del cura contesta:
-Hermano, ¡guarda los rosarios que nuestras oraciones por fin han sido escuchadas!