Un cura rural nota que se le está hinchando mucho la barriga y acude al hospital. Los médicos que lo atienden se dan cuenta inmediatamente de que es una simple acumulación de gases, pero deciden gastarle una broma. Lo anestesian y con medicación consiguen rebajarle la hinchazón, le colocan a su lado a un bebé recién nacido huerfanito y, cuando despierta de la anestesia, le dicen que ha dado a luz y que ese es su hijo. El cura, muy preocupado, decide volver a la parroquia con el bebé, diciendo a sus feligreses que es un sobrino al que se le ha muerto su madre y que lo va a tener con él.
Pasan los años, el bebé ya es un hombre de más de 20 años y el cura, enfermo en su lecho de muerte, lo llama. El presunto sobrino se acerca y le dice:
- ¿Qué quieres, tío?
-Precisamente de eso te quería hablar.
-No necesitas decirme nada, ya hace mucho tiempo que sospechaba que no eras mi tío, sino que eras mi padre...
-No, hijo, no... No soy tu padre, sino tu madre. ¡Tu padre es el Obispo!
Pasan los años, el bebé ya es un hombre de más de 20 años y el cura, enfermo en su lecho de muerte, lo llama. El presunto sobrino se acerca y le dice:
- ¿Qué quieres, tío?
-Precisamente de eso te quería hablar.
-No necesitas decirme nada, ya hace mucho tiempo que sospechaba que no eras mi tío, sino que eras mi padre...
-No, hijo, no... No soy tu padre, sino tu madre. ¡Tu padre es el Obispo!