Dios
1. (Del latín Deus) Nombre sagrado del Ser Supremo, Criador del universo, que es conservado y regido por su providencia.
2. (I. C.) El plural Elohim no tenía el sentido filosófico nuestro; podía aplicarse a seres sobrehumanos y servir como adjetivo superlativo. Los hebreos pasan de una especie de henoteísmo al verdadero monoteísmo. El henoteísmo no niega la existencia de otros dioses, pero lo excluye para Israel. El libro de Isaías 40-55 desarrolla con insistencia y riqueza de aspectos el monoteísmo. Dios es nombre común, el nombre propio del Dios de Israel es YHWH (hoy día se cree que la pronunciación era "Yahvé"; hemos traducido Señor). Yahvé asume otros nombres o títulos, como Sadday (Éxodo 6,3 traducido conjetural y tradicionalmente por Todopoderoso), Elion (= Altísimo). A lo largo de la historia y en el culto recibe una serie de títulos o predicados: creador o hacedor; salvador, redentor, que sacó, que da; vivo, santo, justo, eterno; vengador; Dios pronuncia sus títulos en Éxodo34, 6 "Señor, Dios clemente y compasivo, misericordioso, paciente y leal". Porque es único, es exclusivo y celoso y es también universal. El Antiguo Testamento subraya siempre el carácter personal y activo de Dios. tiene un nombre propio, personal, que comunica para la invocación y el trato. Es señor y protagonista de la Historia, que conoce y predice, planea y realiza; no se desentiende y no es neutral, atiende de modo especial al débil, desvalido, oprimido. Trasciende los tiempos y espacios y la fantasía e inteligencia humanas. Representación de Dios. Dios revela su nombre previniendo contra los abusos, hace oír su voz y su palabra, pero no se muestra en imagen y prohíbe ser representado. En compensación, el Antiguo Testamento desarrolla un riquísimo repertorio de representaciones literarias de Dios, todas más o menos a imagen del hombre; la justificación la da Génesis 1 diciendo que el hombre es imagen y semejanza de Dios, dando la clave de lectura de todo el Antiguo Testamento; es padre, pastor, defensor, se despierta, acude, baja, se sienta; tiene rostro, ojos oídos, boca, manos; siente amor, indignación, cero, ira... Este lenguaje, necesario y precario, queda corregido por la negación de límites de espacio y poder y saber, y por la afirmación de la santidad.
1. (Del latín Deus) Nombre sagrado del Ser Supremo, Criador del universo, que es conservado y regido por su providencia.
2. (I. C.) El plural Elohim no tenía el sentido filosófico nuestro; podía aplicarse a seres sobrehumanos y servir como adjetivo superlativo. Los hebreos pasan de una especie de henoteísmo al verdadero monoteísmo. El henoteísmo no niega la existencia de otros dioses, pero lo excluye para Israel. El libro de Isaías 40-55 desarrolla con insistencia y riqueza de aspectos el monoteísmo. Dios es nombre común, el nombre propio del Dios de Israel es YHWH (hoy día se cree que la pronunciación era "Yahvé"; hemos traducido Señor). Yahvé asume otros nombres o títulos, como Sadday (Éxodo 6,3 traducido conjetural y tradicionalmente por Todopoderoso), Elion (= Altísimo). A lo largo de la historia y en el culto recibe una serie de títulos o predicados: creador o hacedor; salvador, redentor, que sacó, que da; vivo, santo, justo, eterno; vengador; Dios pronuncia sus títulos en Éxodo34, 6 "Señor, Dios clemente y compasivo, misericordioso, paciente y leal". Porque es único, es exclusivo y celoso y es también universal. El Antiguo Testamento subraya siempre el carácter personal y activo de Dios. tiene un nombre propio, personal, que comunica para la invocación y el trato. Es señor y protagonista de la Historia, que conoce y predice, planea y realiza; no se desentiende y no es neutral, atiende de modo especial al débil, desvalido, oprimido. Trasciende los tiempos y espacios y la fantasía e inteligencia humanas. Representación de Dios. Dios revela su nombre previniendo contra los abusos, hace oír su voz y su palabra, pero no se muestra en imagen y prohíbe ser representado. En compensación, el Antiguo Testamento desarrolla un riquísimo repertorio de representaciones literarias de Dios, todas más o menos a imagen del hombre; la justificación la da Génesis 1 diciendo que el hombre es imagen y semejanza de Dios, dando la clave de lectura de todo el Antiguo Testamento; es padre, pastor, defensor, se despierta, acude, baja, se sienta; tiene rostro, ojos oídos, boca, manos; siente amor, indignación, cero, ira... Este lenguaje, necesario y precario, queda corregido por la negación de límites de espacio y poder y saber, y por la afirmación de la santidad.