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FREILA: Penélope y su tela...

Penélope y su tela

Muchos años pasó Ulises lejos de su patria. Su hijo. Telémaco crecía año tras año hasta convertirse en un hombre. Su mujer, la reina Penélope era bellísima y el reino de Itaca muy rico.

La prolongada ausencia de Ulises, despertó la codicia de los caballeros de la corte que pretendían tomar posesión de la corona, pensando que Ulises estaba muerto. Estos nobles se instalaron se instalaron en el palacio de Ulises, comiendo, bebiendo y disfrutando de una vida regalada sin que Penélope pudiera hacer nada al respecto.

Cada tanto le ofrecían matrimonio a la reina, pero ella confiaba que su marido regresaría algún día y no sabiendo como deshacerse de esos sujetos infames tramó un plan: Instaló un telar y comenzó a tejer una intrincada tela y les dijo:- Hasta que no termine esta tela no puedo dar una respuesta. -Penélope se sentaba todo el día a trabajar con ahínco ante el telar, pero por las noches cuando todos dormían deshacía lo tejido durante el día. Así la tela no avanzaba prácticamente nada.

Las presiones de los nobles hacían sufrir mucho a Penélope y a Telémaco y juntos lloraban de tristeza.

Un día en que Telémaco deambulaba angustiado, vio llegar a un extranjero muy guapo vestido con un riquísimo traje de guerrero adornado en oro y plata.

Telémaco lo recibió en un lugar apartado del palacio, a salvo de curiosos y lo agasajó con un espléndido banquete. Desde allí se escuchaban las risotadas de los pretendientes que instalados en el palacio se entretenían jugando y bebiendo a costa de la corona.

Telémaco, apesadumbrado le confió al extranjero:- esas risas son de los pretendientes de mi madre. Creen que mi padre ha muerto y por esa razón usurparon el palacio disfrutando de los bienes de mi padre. y le preguntó:- Dime extranjero: ¿Sabes acaso si mi padre aún vive?

El extranjero no era otro que la diosa Atenea, que se había transfigurado como caballero para acercarse a Telémaco.

Tratando de captar su confianza le dijo:-He visto a tu padre. Está vivo, pero en una isla lejana y muy pronto regresará a Itaca.

Luego agregó:- Debes seguir mi consejo y no te arrepentirás: Mañana debes presentarte ante los nobles y decirles con firmeza que deben abandonar el palacio. Actúa con valentía y seguridad y te prometo que las futuras generaciones recordarán tu nombre.

Luego de darle sus recomendaciones la diosa Atenea le infundió coraje y valor. El que parecía un muchacho tímido y apocado se convirtió en un hombre recio y valeroso.

Telémaco quiso agasajar a la diosa con regalos pero ella se esfumó rápidamente.

Telémaco, con una nueva fuerza en su corazón se dirigió a la sala donde estaban reunidos los nobles y a viva voz les dijo:- ¡Ya es suficiente por hoy! Mañana convocaré al Consejo y allí sabremos si van a seguir viviendo a costa de la corona o si yo puedo ser el rey de Itaca y dueño de mi patrimonio.

Los pretendientes no podían creer lo que veían. Ellos pensaban que Telémaco era un niño y ahora veían que se enfrentaban a un hombre de verdad.

Por la mañana, Telémaco convocó al Consejo y se dirigió al lugar seguido por sus dos fieles perros.

Cuando los nobles llegaron, Telémaco les dijo:- En primer lugar quiero expresar mi dolor ante la larga ausencia de mi padre, pero también quiero expresar mi desconsuelo ante el bochornoso comportamiento de estos sujetos que se dicen nobles, y aprovechan su ausencia para derrochar su patrimonio en juergas como dueños y señores de una corona que no les pertenece.

Los nobles se enfurecieron al ver la fuerza de Telémaco y le recriminaron:-No es nuestra culpa que nos hayamos instalado tanto tiempo en el palacio, sino de tu madre que nos ha engañado prometiendo que elegiría un nuevo esposo cuando concluyera su tela y ahora bien sabemos que desteje por la noche lo que teje durante el día. Una vez que tu madre elija esposo nos iremos.

Telémaco volvió a arremeter con fuerza:- Si no se van ya mismo del palacio, los dioses los castigarán sin piedad.

En ese preciso momento dos águilas sobrevolaron el lugar trenzándose en una feroz lucha hiriéndose a picotazos.

Un anciano al verlas dijo:- Este es un signo de que algo grave ocurrirá a los que pretenden la mano de Penélope.

Los pretendientes se rieron a carcajadas de las palabras del anciano y replicaron:-Si Ulises no ha regresado es porque debe estar muerto y no nos moveremos de aquí hasta que Penélope no elija un esposo.

Telémaco respondió: Entonces, me embarcaré e iré a buscar a mi padre.

Los nobles se burlaron una vez más. Solo Mentor apoyó a Telémaco y el Consejo se disolvió.