El Tártaro
Era un lugar situado en la región más profunda de la tierra. Mucho más abajo que el reino de Hades o el infierno.
El lugar estaba rodeado por una muralla triple. Tenía una torre de vigilancia y una enorme puerta que era imposible atravesar hasta para los propios dioses.
Los dioses encerraban en el tártaro a sus peores enemigos. También iban a parar allí los grandes criminales, después del juicio de las almas.
Cuando las ánimas descendían al Tártaro, cuya entrada estaba en un bosque de álamos negros, los familiares de los muertos les colocaban una moneda en la boca, bajo la lengua para poder pagar su entrada. Las ánimas que no llevaban la moneda tenían que esperar eternamente para poder entrar o buscar una entrada lateral, donde un perro llamado can Cerbero, esperaba dispuesto a devorar a los intrusos.
Zeus envió allí a los Titanes después de una gran batalla.
Era un lugar tan escalofriante que hasta los mismos dioses le tenían miedo.
Era un lugar situado en la región más profunda de la tierra. Mucho más abajo que el reino de Hades o el infierno.
El lugar estaba rodeado por una muralla triple. Tenía una torre de vigilancia y una enorme puerta que era imposible atravesar hasta para los propios dioses.
Los dioses encerraban en el tártaro a sus peores enemigos. También iban a parar allí los grandes criminales, después del juicio de las almas.
Cuando las ánimas descendían al Tártaro, cuya entrada estaba en un bosque de álamos negros, los familiares de los muertos les colocaban una moneda en la boca, bajo la lengua para poder pagar su entrada. Las ánimas que no llevaban la moneda tenían que esperar eternamente para poder entrar o buscar una entrada lateral, donde un perro llamado can Cerbero, esperaba dispuesto a devorar a los intrusos.
Zeus envió allí a los Titanes después de una gran batalla.
Era un lugar tan escalofriante que hasta los mismos dioses le tenían miedo.