Gor. Ni el significado ni la procedencia de su topónimo han podido aún aclararse, pero todo parece apuntar a su origen ibérico. La presencia humana en Gor es una de las más antiguas y productivas de la provincia, y su patrimonio histórico, monumental y paisajístico uno de los más ricos.
Se asienta la localidad a más de 1.200 metros de altitud y junto a la antigua calzada romana de la Vía Hercúlea, después llamada Augusta, cuyos rastros son aún visibles en el municipio. Las Juntas, Cenascuras y Las Viñas son los principales anejos de Gor. Se extienden éstos a ambos lados del ancho y profundo Cejo del río Gor, proporcionando con sus alineaciones de casas y cuevas una estampa única. Merece la pena desviarse por la carretera vieja para poder contemplarla desde cualquiera de sus márgenes. En cuanto a la Sierra de Gor, dispone de innumerables parajes naturales con nombres tan sugerentes como la Loma del Quemado, la Pierdra del Escarmiento, el Cerro de los Frailes, los Prados del Rey, el Pozo de la Nieve o el Pino del Nieto, un gigantesco ejemplar centenario.
En su arquitectura destacan la iglesia del siglo XVI; la plaza mayor, con soportales castellanos; la Fuente de los Siete Caños, los antiguos lavaderos públicos y los restos del castillo medieval, sobre el que los duques de Gor levantaron un magnífico palacio, hoy convertido en plaza de toros.
Precisamente en este coso celebran los goreños sus principales fiestas, en las que antes de las corridas se celebran encierros en los que los toros corren libres por las calles y son conducidos hasta la plaza.
Se asienta la localidad a más de 1.200 metros de altitud y junto a la antigua calzada romana de la Vía Hercúlea, después llamada Augusta, cuyos rastros son aún visibles en el municipio. Las Juntas, Cenascuras y Las Viñas son los principales anejos de Gor. Se extienden éstos a ambos lados del ancho y profundo Cejo del río Gor, proporcionando con sus alineaciones de casas y cuevas una estampa única. Merece la pena desviarse por la carretera vieja para poder contemplarla desde cualquiera de sus márgenes. En cuanto a la Sierra de Gor, dispone de innumerables parajes naturales con nombres tan sugerentes como la Loma del Quemado, la Pierdra del Escarmiento, el Cerro de los Frailes, los Prados del Rey, el Pozo de la Nieve o el Pino del Nieto, un gigantesco ejemplar centenario.
En su arquitectura destacan la iglesia del siglo XVI; la plaza mayor, con soportales castellanos; la Fuente de los Siete Caños, los antiguos lavaderos públicos y los restos del castillo medieval, sobre el que los duques de Gor levantaron un magnífico palacio, hoy convertido en plaza de toros.
Precisamente en este coso celebran los goreños sus principales fiestas, en las que antes de las corridas se celebran encierros en los que los toros corren libres por las calles y son conducidos hasta la plaza.