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Idolatría

De acuerdo a algunas interpretaciones, la adoración de las imágenes religiosas es considerada “idolatría”. El problema de la “idolatría” es pues un tema recurrente del Antiguo Testamento. En efecto, los dos primeros mandamientos prohiben explícitamente el culto dioses distintos de Yavhé, o la fabricación de cualquier representación de la divinidad. Así, en diferentes episodios, se lucha contra los ídolos, especialmente cuando Moisés, desciende del monte Sinaí con las tablas de la ley:

“No te harás ninguna imagen esculpida,

ni figura de los que hay arriba en los cielos,

o abajo en la tierra,

o en las aguas de bajo de la tierra.

No te postrarás ante ellas”

(Éxodo 20,4-5)

Pese a esta prohibición, se estima que los hebreos utilizaban objetos como los terafim y efod (estatuillas de madera a las que se les rendía culto, práctica tal vez influida por las tradiciones egipcias):

Habiendo, pues, devuelto él a su madre el dinero, tomó su madre 200 siclos y se los dio a un orífice, y éste hizo una imagen tallada y chapeada, que quedó en casa de Mica; y así un hombre como Mica vino a tener una casa de Dios. Hízose también un efod y unos terafim y llenó la mano de uno de sus hijos para que hiciera de sacerdote
(Libro de Jueces)
Y es sabido además que se han encontrado imágenes en sinagogas, frescos y mosaicos (Bet-Alfa, Yeras, Narra, Dura y otras). Del mismo modo, en las tumbas judías de Roma, se han encontrado adornos con imágenes. El cristianismo, heredó la prohibición del judaísmo, que se mantuvo hasta el siglo II d. C. Pero en el siglo IV, fueron permitidas en principio como meros adornos (no como objetos de culto) aunque poco a poco, éstas fueron ganando relevancia. Efectivamente, la religiosidad popular les atribuía milagros. La Iglesia finalmente no solo permitió sino que finalmente favoreció el uso de la iconografía. Esta fue así justificada por Ambrosio y por Agustín, destacando que la oración no se dirigía a la imagen sino a la deidad representada.

El protestantismo, por el contrario, no promueve la veneración imágenes por considerarlas formas de idolatría. Tampoco el Islam permite la representación de dios o de los profetas.