“Uno de los principales objetivos científicos de la misión Apolo 15 fue taladrar dos orificios de unos tres metros en el suelo lunar e introducir en ellos sondas especialmente diseñadas”, dijo Huang. “El punto era ver cómo varía la temperatura con la profundidad, a los efectos de calcular el flujo hacia fuera del calor proveniente del interior de la Luna”. “Pero taladrar el polvoriento suelo lunar, o regolito, resultó ser mucho más difícil de lo esperado”.