Para los jueces se trataba de algo más que de una mente enferma que bebía la sangre de sus víctimas; era un personaje frío y calculador que premeditaba sus crímenes y actos, fingiendo una locura que lo convertiría en irresponsable ante la ley.
Finalmente es sentenciado a la pena de muerte, a la que el acusado ni siquiera apela; es ahorcado en la prisión el 6 de agosto de 1949.
Finalmente es sentenciado a la pena de muerte, a la que el acusado ni siquiera apela; es ahorcado en la prisión el 6 de agosto de 1949.