En mi primer trabajo de verano allá por el 99 en el almacén teníamos un encargado fan de Camela que tenía a todas horas puesto un cassette. Si ya es jodido trabajar en un súper por cuatro duros y sudando la gota gorda en verano, aquello tomaba tintes de oscura maldad de los jefes contra los empleados. Vale que aquel hombre hiciera más horas que el reloj allí en el súper, pero de ahí a torturarnos a los demás para paliar su sufrimiento va un trecho. Ni que decir que terminé aprendiéndome las canciones de memoria. Lo peor de todo era sorprenderte a ti mismo tarareando las canciones. " ¡No! ¡¿Por qué me haces esto Señor?! ¡Qué clase de dolor ha de serme infringido! ¡Por la gloria de Bob Dylan que se estropee el radiocassette!"