A pesar de los problemas de ingeniería y de los escándalos políticos, el tren transcontinental fue una gran ayuda para abrir la frontera hacia el Oeste. En su primer año, 150,000 pasajeros hicieron el viaje por ‘placer, salud, o negocios’ y disfrutaron de ‘carros lujosos y casas de comidas’ como se publicitaba en el Union Pacific. Los habitantes fueron animados con promociones para ir hacia el Oeste en viajes de investigación y comprar tierras cerca de la línea ferroviaria y para usar los trenes como fletes. Los trenes tenían ‘Oficinas de Inmigración’ que publicitaban la ‘tierra prometida’ en el exterior. Los ‘Departamentos de Tierra’ ferroviarios vendieron tierra con planes convenientes. Las Grandes Planicies, una venta ‘más dura’ que las tierras de Oregon o de California, fueron promovidas como ‘una pradera lista para ‘el arado’ que sólo requería ‘trabajo diligente y economía para asegurar la recompensa temprana’.