Los gobernadores territoriales eran colocados políticos de Washington, por lo cual gobernaban con mano blanda, dejando a las legislaturas los problemas locales. Además de su rol como gobernador civil, también debían ser comandantes militares, superintendentes de asuntos indígenas, y el punto de conexión con las agencias federales. Los legisladores estatales, por otro lado, hablaban por los ciudadanos locales y tenían considerable libertad de acción para hacer leyes locales, con excepción de casos extremos, como cuando el gobierno federal prohibió la poligamia de los mormones en Utah.