Las carreras posteriores, aunque notables, eran menos ‘lunáticas’ que las de California. El extraordinario tamaño de los primeros descubrimientos (pepitas de más de 20 libras, 9.1 kg.), y la abundancia de oro en la superficie ayudan a explicar ese fervor irracional. A medida que llegaban cientos de personas, cada vez menos mineros lograban tener fortuna, y la mayoría terminaba exhaustos y quebrados. La mayor parte de los descubrimientos de la fiebre del oro se lograron por medio de la minería de superficie, que consistía en el hallazgo de pepitas o granos salidos de la roca por erosión y llevados a través de las corrientes fluviales. Esto era relativamente más fácil y requería un capital más chico que la minería tradicional. Más de 250,000 mineros encontraron más de $200 millones de dólares en oro durante los cinco años de la Fiebre del Oro de California.