La Fiebre del Oro cambió radicalmente la economía de California y trajo una selección de profesionales, entre los que se incluían especialistas en metales, mercaderes, doctores, y abogados que complementaban a los numerosos mineros, dueños de salones, apostadores, y prostitutas. Un periódico de San Francisco afirmaba que ‘ ¡Todo el país resuena con el sórdido grito de oro! ¡Oro! ¡Oro! Mientras los campos son abandonados a medio cultivar, las casas a medio construir, y todo ha quedado en el olvido a excepción de las fábricas de las palas y los picos’. La fiebre del oro fue una aflicción que se esparció por todas las clases. Black Elk decía que el oro era ‘el metal amarillo que volvía loco a los blancos’.