Nunca es tarde cuando la dicha llega: La felicidad de un logro, por más que haya tardado mucho en llegar, debe hacernos olvidar de los sinsabores. Circula una versión de este refrán -nunca es tarde cuando la dicha «es buena»- que es una redundante deformación de la original: la «dicha» no puede ser «buena» ni «mala»