Todavía en la era victoriana, muchos padres ingleses pensaban que un lactante absorbía el carácter moral de quien le daba de mamar. Por tanto, si la madre no podía amamantar a su hijo, la selección de la nodriza apropiada se convertía en algo de gran importancia. Los padres temían que, si la nodriza era borracha o tonta, su hijo también lo sería.