Como vemos, era otra forma de ver la vida y la caza, cuando no existían los caminos ni los coches sino bestias y veredas, tardando días en llegar al destino, sólo los que de verdad les gustaba y se lo podían permitir, cazaban. Aprovechaban también el camino de ida y el de vuelta para cazar. Me contaba un conocido forestal que cuando iba con su caballo y se echaba la escopeta a la cara para disparar, el animal bajaba su cabeza porque en alguna ocasión le pasaron los plomos cerca. Eso sí, cuando disparaban, se aseguraban bien de que con el disparo, caerían tres o cuatro o cuantas más perdices, palomas, liebres, conejos.... mejor, ya que los cartuchos eran muy caros y se solían recargar.
Hoy día se siguen ocupando cortijos con grupos de amigos para disfrutar unos días de caza, de convivencias y tertulias al calor del fuego. Es el caso de los cortijos de “ La Loma”, “ Las Balsillas”, “ El Puntal”, entre otros, que a la vez de servir de refugios, están habitados y reformados, evitando su progresivo deterioro.
Hoy día se siguen ocupando cortijos con grupos de amigos para disfrutar unos días de caza, de convivencias y tertulias al calor del fuego. Es el caso de los cortijos de “ La Loma”, “ Las Balsillas”, “ El Puntal”, entre otros, que a la vez de servir de refugios, están habitados y reformados, evitando su progresivo deterioro.