Unos monjes se encontraban recluídos en el monasterio, y tanto era el tiempo que llevaban sin follar, que decidieron compincharse con las monjas del convento que estaba pegado al suyo, y que también estaban bastante cachondas. De esta forma, se les ocurrió perforar unos agujeros en la pared en las capillas que solo estaban separadas por un tabique.
A partir de entonces cada vez que sonaban las campanas para ir a rezar monjes y monjas se pegaban a la pared para echar un buen polvo.
Ante el poco ... (ver texto completo)
A partir de entonces cada vez que sonaban las campanas para ir a rezar monjes y monjas se pegaban a la pared para echar un buen polvo.
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Que bueno
