Compramos energía a futuro

FREILA (Granada)

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Foto enviada por antonio

La tensión crónica hace perder la memoria. Una excitación emocional incrementa la acumulación de detalles importantes en la memoria de largo plazo. La tensión nerviosa activa la secreción de unas hormonas que actúan sobre el hipocampo y la amígdala para reforzar la memoria. La tensión crónica, por el contrario, puede dañar el hipocampo y dar lugar a pérdidas permanentes de memoria.
Cada vez que recordamos algo, borramos y rescribimos el recuerdo. Ello que permite que, al final, recordemos cosas que en realidad no han ocurrido jamás. Eso explica por qué es frecuente que diferentes personas recuerden los mismos hechos de manera diferente.
Atravesar muchas zonas horarias más de dos veces al mes es peligroso para la salud, pues puede ocasionar daño cerebral y problemas de memoria, probablemente debido a las hormonas del estrés.
Dispone de una especie de reloj. Cuando realizamos vuelos de larga distancia hacia el este o el oeste, este reloj tarda algún tiempo en ponerse en hora. Permanecer despierto no pone en hora el reloj, pero la luz sí cambia su hora. La luz fija el reloj interno según la hora que el cerebro calcula. Por lo general, cuando es por la tarde en el lugar del destino de un viaje, la luz pone en hora el reloj cerebral de forma correcta, independientemente de que se haya viajado al este o al oeste. No obstante, ... (ver texto completo)
Sólo consume el equivalente a dos plátanos. Todo el consumo de energía puede medirse con la misma unidad de potencia: el vatio. El cerebro sólo emplea 12 vatios, menos que la bombilla de su nevera, pero puede hacer mucho más. Cada día el cerebro utiliza la cantidad de energía que contienen dos plátanos grandes. No es mucha potencia, pero es una gran proporción del presupuesto energético de todo el cuerpo, que es de unos 70 vatios.
El futuro nunca se ve de modo realista. Cuando pensamos en cómo será nuestra situación en el futuro, nuestros cerebros se imaginan detalles poco realistas y dejan fuera otros que pueden ser importantes. En consecuencia, nos inclinamos por igual a pasar por alto tanto dificultades como oportunidades cuando planificamos nuestras vidas.
No siempre interpretamos los hechos con lógica. Durante la mayor parte del tiempo, el cerebro interpreta aquello que presenciamos de acuerdo con unas reglas generales que son fáciles de aplicar, pero que no siempre guardan una lógica. Requiere muchísimo esfuerzo aplicar en todo un análisis pausado y meticuloso, que es apropiado para realizar cálculos matemáticos o resolver rompecabezas.
Los testigos presenciales no son fiables. El cerebro se desembaraza de la mayor parte de la información que le llega del exterior una vez que ha comprobado que no reviste novedad.

Por esa razón los testigos presenciales son manifiestamente de escasa fiabilidad, en parte porque todos creemos que vemos y recordamos más detalles de los que realmente podemos ver y recordar.
Responda al siguiente problema lo más rápidamente que pueda, sin hacer las operaciones matemáticas: una raqueta y una pelota cuestan 1,10 euros. La raqueta cuesta un euro más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota? Es posible que haya dicho 0,10 euros, pero la respuesta correcta es 0,05 euros.
Toma atajos y se equivoca. El cerebro suele buscar rápidamente una respuesta adecuada, en lugar de emplear más tiempo para dar con la respuesta perfecta. Esto significa que toma atajos y da muchas cosas por sentadas.
Reaccionamos antes de pensar. A menudo nos damos cuenta de nuestra respuesta a un acontecimiento sólo cuando ya hemos comenzado a reaccionar. Por ejemplo, si se pide a un grupo de personas normales que reaccionen a un estímulo visual, éstas suelen indicar haber adquirido conciencia del estímulo medio segundo después de comenzar a reaccionar. De esta manera, la conciencia actúa como una especie de intérprete que proporciona información retrospectiva sobre nuestras acciones.
Nos permite movernos por el espacio, como un navegador. Uno de los trabajos más arduos del cerebro es lo que consigue hacer sin que nos demos cuenta.

Es relativamente fácil hacer que un ordenador aplique reglas lógicas y efectúe operaciones matemáticas, pero resulta difícil que evalúe una imagen visual y se desplace con facilidad por el espacio, como hacemos los humanos automáticamente. Por ejemplo, el cerebro humano puede distinguir objetos visualmente e identificar voces en una fiesta, tareas ... (ver texto completo)
Es capaz de sintonizar sonidos. Resulta complicado utilizar el teléfono móvil en un lugar ruidoso. Taponarse el otro oído con un dedo no da resultado. En lugar de eso, tápese el micrófono del aparato para oír mejor. Este truco aprovecha la capacidad del cerebro para separar las señales que le llegan desde diferentes lugares.
El ejercicio físico favorece al cerebro en la vejez. Hace que el oxígeno y la glucosa sigan fluyendo cuando la persona envejece. Practicarlo de forma regular mejora el funcionamiento del cerebro en las personas mayores, que pueden sufrir problemas de planificación y de pensamiento abstracto porque la corteza frontal se reduce con la edad.
La fuerza de voluntad aumenta cuando logramos algo. Es como un músculo y puede entrenarse. Después de llevar a cabo una tarea que requiera autocontrol, las personas ya no acometen una segunda tarea con el mismo grado de esfuerzo, aun cuando una y otra tareas no tengan nada que ver. Esta reserva común de fuerza de voluntad se va fortaleciendo con la práctica. En consecuencia, la disciplina acrecienta la fuerza de voluntad.