Todo vendido al vil metal, a la pecunia meretriz:los Prados, el Margen, los Charcones con las minas radioactivas, la yesera de Incar, la Cruz mocha, ¡hala!, sólo nos va a quedar la tumba del cementerio y estrechos, que no se puede ni caminar por aquellas angosturas del camposanto, todo por el dinero, somos tan pobres ya...que únicamente tenemos dinero. No será mejor un metro cuadrado de tierra donde puedas decir ¡Es mía!, voy a sembrar, voy a hacer un chambaillo, voy a sentarme plácidamente a sentir al viento rozándome la cara, que cambiarla por dinero, que vuela, puro papel, con los vaivenes que da la economía, que de pronto acumulas como te vas a la ruina, la gente se ha vuelto loca con el baile de millones que danza por Escúzar, que ni te hablan, ya ves, pensando que le vayas a pedir o preguntar si son 40 ó si 100, tendríamos que volver a los orígenes, al trueque, te doy lentejas a cambio de tus garbanzos, te doy una oveja si me das una cabra, mejor que la avaricia ansiosa, tenía que pudrirse el dinero y que infectara a los demas billetes como hacen virus y bacterias, así no nos mataríamos ni por fronteras, ni por herencias, ni por las lindes, ni habría huelgas ni orgullos insensatos... Como cuando intercanbiábamos garbanzos crudos por tostados a aquel hombre de Chimeneas, o se daba trigo para la Función o para las Hermanitas de los pobres...