Conozco nuestro pueblo, conservo una memoria cuasi grafica, solo y, lo es todo me falta tú presencia física. Aunque he de dar gracias a Jesús por hacerte mí Ángel, que me anima en mi dolor, físico y síquico, este es el que más duele con diferencia. Como he dar mi más sinceras gracias, al Sr. Carlos Rodríguez, (Me gustaría saber de su familia, nos debimos conocer) él se ha dado cuenta, de que me quemaba, y ha tenido la deferencia de decirme que no iba desencaminada. Cuanto AMOR hay en ese nuestro querido pueblo. Mira que nacimos cerca, que fuimos de aquí para allá, ascender, los cabezas de familia, y, escrito estaba, destinado, a Amarnos Eternamente. Cuando me indemnicen, alquilo una casita para pasar allí los veranos y puede que seamos allí los dos enterrados, el que comprara aquí el par de adosados, no quiere decir, que allí donde nos enamoramos, reposen nuestros cuerpos, de vez en cuando me viene esa idea. Unidos en amor, dos lugares, tenemos, pero sé que como a mí no te parece mala idea. Aquel cementerio, aquella tarde de noviembre lluviosa y oscura, Mi querida amiga Loli, quería recuperar la corona, como sabia que en saltos era una maquina, me aupó y entré, de quien hay que andarse con cuidado, es de los vivos, La Paz de los cementerios, como decía el poeta. ¡Loli, CIUDATE! Os quiere. Teresa. Sabía que algo se me había quedado en el tintero, toda una fila, la primera. Cálidos Abrazos, bauleños