Cuando escribí sobre aquella frase, no sé porqué, no la terminé, quizás porque era aún más dura, que ese solo- Pues no tengo yo otra cosa que hacer que empujar tú silla de ruedas (Amo a los animales y en Baúl todos lo saben, no fui capaz nunca de matar ninguno) siempre busque a alguien para que llevará a cabo la tarea (Otro día con un poco de más tiempo os contaré algo que aún ahora al recordarlo me sigo estremeciendo) Al no tengo yo otra cosa que hacer... añadió y añadieron después a coro, nadie como mi perro. ¡Ole y olé las bondades caciquiles, la misa y comunión diarias, los ejercicios espirituales, el empalagoso ¡Ay que guapa! no sabes cuanto te quiero! O que penita de fulanita, puras y duras frases que emplean los hipócritas. Los bauleños de tontos no tienen ni un pelo, saben muy bien a que me refiero. No estoy muy en forma, este tiempo no es ahora el mio, con lo que gozaba con las mañanas primaverales, ese abrir las ventanas, ver la sierra en su esplendor, esa luz tan particular que tiene Baúl, embruja, no lo olvidas nunca, el grano de café al que le sucedia el café y, dispuesta a comenzar el día, que era limpiar, echar de comer a mis animales, partir leña si hacía falta, y a las tareas del cole, el verano estaba cerca, la alegría se sentía, no or dejar la escuela, que en mi caso me entusiasmaba, llegaban los veraneantes, ya lucíamos palmito, con los vestidos de tirantes, aquellos que con maestría nos hacía Mariquita López, como me fastidiaban las pruebas, como regañaba a mi madre por haber comprado sin necesidad la dichosa tela. En fin voy a la gimnasia, de la horizontal posición, cuanto daría por volver a tener habiles mis piernas. ¡Pero estoy VIVA que no es poco! Abrazos de quien os quiere y os recuerda. Teresa