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ALQUIFE: Un día brumoso...

Un día brumoso

Era un día brumoso del otoño, Begoña estaba inundada en la niebla, y yo tenía la sensación de encontrarme aislado del resto del mundo, pues no se veía más allá de los contornos que delimitaban el barrio. Olía a un tufillo de carbón vegetal, pues era el tiempo de los fogones que se colocaban en las puertas de casas mientras las mujeres ensartaban con hilos de cáñamo los pimientos, aquellos que se asaban y se pelaban para luego colgarlos al sol en las paredes de las casas. Recuerdo que también aquella tarde nada más salí de la escuela estuve farfollando maíz en el corral de la Adora, mi vecina, pues era la costumbre que todos los vecinos colaborásemos en esta labor. Sobre todo a los niños nos encantaba realizar estás faenas, mientras los adultos contaban sus historias o leyendas que según ellos habían sucedió en el Marquesado del Zenete. Algunas de aquellas historias eran de terror y muchas de ellas aún las conservo en la memoria, tal y como si aún estuviese escuchando a mi abuelo o ami padre con su voz de invierno, tabaquera y ronca. Aquella tarde, mientras esto sucedía de lejos escuchaba aullar a los matulos, esos perros salvajes que a veces veíamos correr monte arriba cuando caminábamos mis amigos y yo por el camino de Aldeire hacia aquel lugar que llamábamos la Arena, o hacia aquel otro que denominábamos el Cortijo del Gallina. En aquella ocasión mi padre no contó una de sus historias de miedo, ni tampoco una de sus aventuras de la Guerra Civil, en aquella ocasión mi padre habló de la mina y dijo que pronto iban a cerrarla, que tal vez para el próximo año mucha gente tendría que abandonar el Marquesado para buscarse la vida en Cataluña. Yo no le di demasiada importancia a aquel comentario, y cuando mi amigo Juan y yo terminamos de farfollar salimos de aquel corral sin oír los demás comentarios de los otros mineros que también estaban allí. Empezó a llover cuando la llama de los fogones de picón ya estaba terminando de extinguirse, pues apenas si se percibía el resplandor desde el lugar donde nos encontrábamos. Juan y yo nos habíamos marchado por la carrera y tuvimos que refugiamos bajo el tejadillo de la Casa de las Monjas, esa que había junto al hospital de Alquife.
- ¿Crees que nos tendremos que marchar de aquí, Mariano? -me preguntó Juan.
-Pues no lo sé, pero a mi me gustaría que lo hicieran.
- ¿Por qué?
-Porque así podré vivir en Barcelona.
- ¿Tú crees que te gustará vivir en Barcelona más que aquí?
-Barcelona es una ciudad muy grande. Tiene muchos cines, teatros, tiendas, restaurantes... Es mucho mejor vivir en una ciudad así que un pueblo tan pequeño como este. ¿No crees?
-No lo sé. Yo no estoy tan seguro -me dijo Juan cuando ya corríamos hacia nuestras casas por el camino de la cooperativa.

Mariano Martínez Luque
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
querido amigo mariano: mis mejores recuerdos de infancia tambien son de begoña, recuerdo aquellos juegos en la plaza aquel equipo de futbol en el que jugabas como defensa, aquellos inviernos que pasamos en el barrio, el hogar, las fiestas de agosto con los arboles engalanados con luces de colores, las cabañas que haciamos con retamas pero tambien recuerdo cuando se cerro la mina y los camiones de mudanzas en la puerta de los amigos hasta quedarse el barrio desolado y casi vacio.. un recuerdo y un ... (ver texto completo)