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LAS LAGUNILLAS: Según el tío abuelo, a principios de otoño, los ocasos...

Era tiempo de siembra y el abuelo me llevó un día con él. Al estar la yegua coja y las mulas arando, subimos a lomos de un borrico de mucha alzada y muy mala leche, al decir del abuelo, haciendo el andar intranquilo y lleno de zozobras, debido a la tozudez del asno, que se negaba a todo; finalmente, el abuelo sacó su mejor versión de encantador de burros, y con 2 algarrobas y muchas zalamerías "ellos, en el fondo, muy en el fondo, son como niños" decía rascándole el lomo, y lo encaminó al lugar de la siembra, sin que hubieren más aflicciones. Alrededor de una gran candela, con trabajadores y titos, dimos cuenta de una sartén de migas con chorizo y torreznos, de la que apenas si cupe a 5 cucharadas, -no comas más migas que te empachas- decía el abuelo. Y también pillé medio chorizo y 1 torrezno. En acabando las migas, comenzaron a fumar y a holgarse con una garrafílla de aguardiente, dándole muchos y gozosos tientos. Y luego empezaron a abrir surcos, a tirar estiércol, a sembrar las semillas a taparlas co0n la tierra...; así hasta la tarde. el abuelo tosía fumando cigarros trompeteros de caldo gallina, para quitarse los sofocos echaba mano de la garrafilla, siendo fe suya, que lo curaba todo. Pero seguía sin reconocer su dura vida de desgaste no compensado en el cortijo, como decía el tío abuelo. "Y eso no lo cura la garrafilla". Y discutían largo rato; eran discusiones llenas de sentencias, palabras amargas e ideas opuestas. El abuelo defendía sólidamente sus pensares. Inamovibles para el. El tío abuelo, con mucho humor, trataba de hacer mella en aquello0s principios y terminaba cabreando al abuelo. El resto, callábamos, aprendíamos y mirábamos.

final de primavera de hace unos cuarenta años en Lagunillas. Amanece. Después de un viaje de 800 km para hacer esta ruta, el Petrarca, el Ukelele, el Canicas, el Muerto -su padre tenia una funeraria- el Media Ostia- y el Churri, serpentean por el camino que sube al Cortijo Alto y pasado este, siguen serpenteando por un recóndito y hermoso sendero, hacia las alturas, hacia la Tiñosa. "Fíjate, Petrarca, atrás quedan miles de gentes, unos al laico de otros, compartiendo tabiques, amoríos, soledades, berrinches y pedos.! Adíos mundo cruel, adios!. "Sí, Churri, si. Esto es un paraíso. Nunca había visto encinas y quejigos tan grandes. Algunos deben ser milenarios" "Lo son ". Cerca de Cañatienda topamos con una piara de cochinos. Debíamos asemejarnos mucho a ellos en pelambres y olores, puesto que nos reciben con gruñidos amistosos. "Fíjate Churri, nos acercan las bellotas con el hocico", "Si, si,! vaya tela!,! Gracias, ya hemos almorzado!... El porquero que dice ser músico en paro, lleva una exótica radiocassete, en la que suena la novena de Bethoven y explica "que sus marranos, se acuestan, se levantan y hozan con música clásica adecuada al entorno, y algún aria para momentos sublimes, que también los hay, como cuándo pare una cochina. Y cuándo llega el doloroso momento de la separación y el sacrificio, les pongo " La muerte no es el final". La música clásica despierta la empatía y hace milagros, oigan. En el Parlamento debería ser obligatoria. Y un buen porquero no vendría mal. Aunque fuera fijo discontinuo". "Ya, ya... -dice el media ostia mirándolo con ojos como platos- "pues que haya suerte, paisano". "Tener cuidado con las víboras, hay muchas"! Somo todo ojos, jefe! Canicas, mira al suelo coño, que hay víboras". "Por eso te miro a ti y no miro al suelo, Churri" (FIN DE LA 1ª PARTE)

Llegando a Puerto Mahina, 4 buitres leonados, hermosos, inmensos, sestean y prospectan el terreno desde las alturas. "! mirar, mirar!, parece que flotan" dice el Ukelele. "Antes no había mecanización agraria; solo tracción animal. Les sobraba comida." "Cuando hay buitres ahí arriba es porque algo huele mal aquí abajo" -sentencia el Muerto mirando los pies del media hostia- "! Tio!, no veas como te cantan los pinreles..." "Haya paz, hermanos. Petrarca, ¿sigues con la concejala de "balconing"?... "No, Churri, no. Una mañana helada que olía a soledad y a hielo, me dio una flor y un beso y se fue de funcionaria al Vaticano. Dijo que allí no hay recortes, la calefacción funciona y el parné está bajo protección divina." "! Osti! ¿y ahora?... "Ahora ando a lo que cae. Mayormente tomo el sol y medito acerca de la levedad del ser". "No jodas ¿tu en esas profundidades tan profundas?... "Pues si, Churri. ¿Y tu como llevas tu doble vida? debe ser excitante tener dos vidas: la real y la onírica" "No lo sabes tu bien, Petrarca. A veces sueño que soy su hermano mas chico y recibo todos sus mimillos y besos. Y algún que otro donut, ¿eh? todo hay que decirlo. No es la primera mañana que me despierto ya desayunado" "XD, como se ponen las cabezas con los asoleamientos primaverales. Aunque despertarse ya desayunado, en los tiempos que corren, es casi, casi, como tener una renta vitalicia. ¿Has probado a despertarte mas tarde?, lo mismo te despiertas ya comido" "Petrarca, peor es cuándo mis manos se vuelven gélidas porque la sueñan y no está"... En un recodo del sendero desaparece entre el matorral un lagarto ocelado, grande, iridiscente. " El abuelo tuvo uno en el cortijo. Lo alimentaba con presas vivas. Era fascinante ver a un grillo caer en la artesa con las patitas en alto y quedarse inmovil, como una estatua, al prospectarlo el lagarto. Así hubo alguno que llegó al borde de la artesa, amnistiandolo el abuelo. A los 10 días lo soltó en un majano cerca del cortijo. Y según la abuela, al poco tiempo "se lo comió una bicha mu grande. Lo tenia casi tragao". Debió ser una culebra bastarda. (Continuara)

Por no hablarte de cuándo noto que mi soledad ya no se mueve. Antes se iba, volvía, pero ya no. Y es porque se ha amarrado a ella, hipnotizada por su recuerdo. He intentado llevarla de la mano, que ande por si misma, que aprenda a valerse, que sepa ser independiente, pero es una soledad muy obstinada, Petrarca. Creo que se ha hecho a si misma parte de ese recuerdo, fundiéndose con el, para que solo pueda morir cuándo ella muera. no se si me explico, amigo. "Te explicas, Churri, te explicas. Pero no te me pongas así, porque pareces un mártir. Como si estuvieras solo, desnudo y apaleado en medio del universo inmenso y frío que nos rodea". " Hombre, tampoco es eso. No pretendo sentirme como un perro apaleado. De apalearnos, dejarnos en pelotas y convertirnos en mártires, ya se encargan los políticos, los bancos y el clero. Seamos serios." "Churri, ¿aquello no es un halcón?, "pues... no lo se. Si que lo parece... o alguna clase de aguilucho, aunque vuela demasiado rápido..., no se si por aquí hay halcones..." (CONTINUAREMOS)

Aunque creo recordar que el abuelo a veces, me hablaba de halcones que atacaban a los pollos que iban con la llueca alrededor del cortijo. También las primillas y el águila real. En aquel tiempo abundaban todos ellos. Para mi, eran seres poderosos y fuertes. Por la noche, cuándo cerraban las puertas del cortijo, me sentía dichoso, porque fuera quedaban esas realidades y todos esos miedos y nosotros quedábamos cerrados al mundo, hasta que amanecía. Era una manera infantil de ver las cosas. Cuándo se lo contaba al tío abuelo se reía mucho y me decía "que el cortijo era como una isla en medio de los olivos y la sierra y que había otro mundo y otra vida, sin tanta soledad. Y otras posibilidades de ver diferentes las cosas. Estas muy solo chiquitín".

Recuerdo que en los últimos meses que pase en el cortijo, nada era como tenia que ser. Me sentía nervioso, extraño, expectante, acompañado todos los días por las suaves y melancólicas lluvias del otoño. Esperando un destino incierto. Lo cotidiano se hacia aburrido, vacío, alertando todos los sentidos hacia lo que había fuera, hasta que de golpe percibí que se había acabado la infancia. Y comenzaba un ciclo nuevo, en el que la inseguridad y a la vez la madurez y la libertad del alma, comenzaban su andar incipiente. Y comenzaba a descubrir el mundo. Nunca pensé que fuera tan hermoso y a la vez tan duro. Todo eso había estado oscurecido y vedado por la vida en el cortijo. "Coño, Churri, resulta inquietante y conmovedor" "Si, Petrarca, pero hay estaba el tío abuelo con su resplandor iluminando lo oscurecido. Fue maravilloso andar y aprender con el"

" ¿Veis como va cambiando el paisaje? ya no hay casi vegetación... más bien matorral..." "Si, menudos tajos y pedruscos..., y esto se pone chungo..." "Ale, a ponerse en modo alpinista..." "Petrarca, como te decía, fue salir del cortijo y se quedó atrás la infancia y la vida de antes, hasta ser doblegado por el mundo de los adultos y engullido por el orden, la educación, las apariencias, los estudios, la obligación de ser algo importante..., en pocas palabras, fui abducido por el sistema. El tio abuelo hizo de rey mago para enseñarme a andar por ese mundo con naturalidad, con el menor daño posible. Y un día, cuándo todo parecía ya decidido para iniciar carrera y comenzar un futuro brillante, solté las amarras y mandé al carajo al sistema, iendo a vivir al mar, haciendo de un transporte de gas licuado y su tripulación, mi casa y mi familia hasta ahora. El trabajo es duro y bien pagado. La vida casi intemporal, cambiando de latitudes todos los días. Un devenir constante. Terminas aprendiendo otros lenguajes y otras costumbres que enseñan a ser mas calmos y tolerantes con el resto del mundo mundial..."

Visto así, parece hasta bonito, Churri... No, Petrarca. También hay mucha soledad y horas amargas. Cuesta dar el paso que te aleje de la vida programada y previsible, que es lo más cómodo. Y entrar en un mundo desconocido, oliendo siempre a humedad y salitre, con el vomito a flor de piel en cuánto se encrespaba el mar, hasta acostumbrarse. Y lo que os decía, ha cambiado totalmente el paisaje. De los bosquecillos de álamos, quejigos y encinas, hemos pasado a tajos y rocas peladas dolomíticas y algo de matorral bajo, romeros tomillos... y piornos y cojines de monja. Vaya nombrecito!... No hemos visto ninguna víbora, Churri... Seguro que ellas te han visto a ti... ¿Y esa cueva que le llaman el Morrión?... En aquella época los pastores deambulaban por aquí, refugiándose en la cueva. Corrían algunas leyendas sobre ella. El abuelo me contaba una en la que un duende que habitaba allí, se convertía en perro de aspecto débil y sufriente, que necesitaba calor y comida, buscando la proximidad y las caricias de los pastores y una vez lograda su confianza, les hacia ver un gran tesoro que no era tal, sino un precipicio por el que se despeñaban al intentar cogerlo. También se hablaba de reuniones de brujas y apariciones extrañas...

Esta historia la contó el tío abuelo. En en los últimos días de Septiembre, antes de que llegaran los fríos, gustaba de subir al Morrión para ver los aún largos atardeceres otoñales, con sus vistas incomparables. Uno de esos días, andaba subiendo por entre los roquedales dolomíticos hacia la cueva. Abajo, por Cañatienda, sonaban las esquilas del ganado delo Cuco viejo y en el horizonte rojizo del atardecer, se silueteaban los encinares y los quejigos. Cuándo llegó al Morrión, se sentó en una piedra de la entrada a descansar. La llama agonizante de Poniente, iluminaba la penumbra de la cueva y comenzó a notar una sensación profunda de paz y recogimiento, quedando sumido en una larga ensoñación, a la par que se abatía el silencio en aquellos desiertos y bellísimos parajes. Y de pronto, todo tenía un aspecto extraño. ¿Soñaba? ¿estaba despierto? ¿tenia visiones?. La cueva era diferente a otras veces. Todo había cambiado. Era como mucho más antiguo. Incluso aparecían gentes que antes no estaban. Mujeres y hombres con vestimentas extrañas, deambulaban por la cueva y alrededores con haces de leña y plantas. En el interior humeaba un caldero y un macho cabrío de ojos de lumbre ocupaba un trono de piedra.! Era un aquelarre!! una junta de brujas!! no podía ser! Esto es una pesadilla!. Pero el estado de ensoñación continuaba sin poder salir del mismo. Iban apareciendo gente de todos lados. Poderosos y gañanes. De toda la provincia. Y todos se parecían a sus descendientes de hoy. "Coño, pero si esos son..." "Mira, mira,! Osti, quien lo iba a decir!...". Y Por fín aparece la reina del aquelarre: hermosa, cautivadora, potente, con el pelo suelto y una corona de plata y un sapo vestido con levita roja, en la mano. Avanza hacia el tío abuelo y, como nuevo neófito, le da un piquito y cogidos todos de las manos, comienza el baile y la danza alrededor de un gran quejigo que antes no estaba allí y por las praderas cercanas. Todos enlazados, danzan, beben del caldero, corretean y gozan carnalmente. Así hasta el amanecer. De pronto suenan los cencerros de un gran rebaño, que gobierna un antepasado antiquísimo del hoy, Cuco viejo, y se deshace el sortilegio, no sin antes besar todos los presentes el culo al macho cabrío o demonio y recordar este, muy cabreado y amenazante, que alguien se está quedando con parte de los escudos y maravedíes que se recaudan en el platillo de las limosnas, para obras de mejora de la cueva del Morrión y del trono del Señor de las Tinieblas. Comienza a soplar una brisa fría y el tio abuelo va retornando a la realidad. Espantado cree salir de la pesadilla. Todo ha vuelto a ser como era antes: la cueva, el paisaje, todo; Pero nota que tiene una pierna hinchada, recordando con horror que en pleno aquelarre y correrías, se dio un golpe con el vértice geodésico de la Tiñosa. Con los pelos erizados, comienza el descenso.

Y aun añadió que en la pared de la cueva, escrito con tiza, se leía el siguiente grafiti que venia como anillo al dedo a todo lo que había pasado: " Hay en algunas cosas antiguas una huella de una esencia vaga, mas que un peso o una forma, un éter sutil, impreciso, pero unido a todas las leyes del tiempo y el espacio un signo sutil y vedado de continuidades que los ojos exteriores no llegan a descubrir de dimensiones recluidas que hospedan los años idos y fuera del alcance, salvo para llaves ocultas Me perturba sobre todo cuándo los rayos oblicuos del sol poniente iluminan viejas granjas en la ladera de una colina y pinta de vida las formas que parecen exánimes..." A pesar de conocer la retranca y el humor del tío abuelo, quede muy impresionado y no paré hasta averiguar que aquellos versos eran del gran HP Lovecraft del texto "xxxv1 continuidades Los hongos de Yuggoth". Como veis, esta cueva también tiene sus leyendas. Y alguna mas que contó el tío abuelo y que os comentare cuando descansemos en la cumbre.

El caso es que alguna vez, subí aquí con el abuelo a la amanecida y notaba sensaciones extrañas. A esas horas, en la Tiñosa casi todos los seres están quietecitos; esperando que se eleve el sol y venga la luz, para disipar el rocío, las inquietudes y los miedos de la oscuridad. Hasta que va clareando, en ese beso de despedida interminable entre la noche y el alba. El mundo comienza a ser mas hermoso Y algunos pajarillos gorjean y vuelan de un lado a otro. El aroma intenso a monte fresco, a romero, a tomillo, lo impregna todo y se mezcla con el aroma frio de la muerte, de los cuerpos que devoran los bichos nocturnos antes de encamarse en sus madrigueras. SI; es la magia de la Horconera; de la Tiñosa...

Según el tío abuelo, a principios de otoño, los ocasos en la Tiñosa son como un adiós lleno de presagios, con un cielo cabalgado por cúmulos gigantescos, semejando un gran rebaño errante de figuras monstruosas. La luz del atardecer se debilita y tras las crestas lejanas, asoma la luna llena, hermosa y grande, bañando la sierra de plata. Y, ahí, es cuándo las cosas se transforman y comienzan la magia y los misterios de la noche en la Tiñosa, tal como le pasó a el con las ensoñaciones del aquelarre en el Morrión. Cuándo la gente duerme y la luna visita estos parajes, ocurren cosas extrañas; bajo su luz, aparecen reminiscencias de otras épocas: caballos cabalgando, gritos en árabe y andaluci; choques metálicos de armas, fantasías que no sabes si son tal, o son realidades...; Notas presencias y roces de cosas invisibles, oyes retazos de conversaciones, murmullos, risas y palabras sin dueño, casi imperceptibles, como si las arrastrara el aire. Te cruzas con seres diminutos y agiles, que solo vislumbras y apenas si crees ver. Notas el aliento de alguien o de algo en el cuello y la curiosidad de una mirada perturbadora y fija, de algo agazapado en las sombras. Pero al misterio de la noche siempre sucede la brisa fresca del amanecer, que reactiva los cuerpos y las mentes, y la luz, que ahuyenta a las tinieblas. y la Tiñosa recobra su aspecto de siempre. Y vuelven a cantar los gallos en Cañatienda y a sonar los cencerros del ganado del Cuco Viejo. La vida es bella.