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LA GRANJUELA: EL LIBRO DE LA VIDA...

EL LIBRO DE LA VIDA
Podemos cerrar el libro cuando queramos, pero la realidad siempre pasa página. Nadie escapa al duelo por la pérdida, ni evita que el tiempo lo cambie. Que la paradoja no pase inadvertida: buscamos libertad en una realidad que nos es impuesta y huimos de ella para refugiarnos en la fantasía. El arte es ese escudo sagrado, para tiempos en que el pensamiento racional y nuestra forma de ser no pueden con la muerte, ni entienden lo sobrenatural del mal humano.
Empezamos a hacer caso a las señales ansiosas que nos manda el cuerpo, nos vaciamos de prejuicios y comprendemos al fin, que la naturaleza de una misma cosa cambia según el experimento que hagamos de ella.
Son tan extrañas las voces que escuchamos en una historia, que no podemos reconocerlas en nuestra experiencia. No tenemos consejos para ellas, ni podemos ponernos en su lugar. Así que nos colocamos en la emoción: nos reímos con ellas y lloramos su tristeza, como hacen los animales de compañía, aun sin saber qué nos pasa. Y al hacerlo, descubrimos verdades acerca de nosotros mismos, nos vamos viendo reflejados en ellas.
Somos tan ligeros, nos desvanecemos tan rápido, que necesitamos cargarnos con el peso de un mundo para sobrevivir. El escritor es el Atlas rebelado. Es el monstruo que nos ve como somos, el reflejo que quiere ser visto, la amenaza que ataca por miedo a que los recuerdos y traumas, las inseguridades y conflictos humanos, vivan por siempre.
Estas son algunas de las formas en que el mundo y la vida nos hiere…
Por eso no aspiramos a las “verdades objetivas” sino a la sabiduría. Pues los misterios del mundo se abren sólo a quien está dispuesto a "dejarse transformar por ellos.»

Pepe J. C.