LA GRANJUELA: Aquella estación ferroviaria...

Aquella estación ferroviaria
esa que sustenta
La Granjuela de mi infancia
es un símbolo latente
y un monumento doliente
a una estirpe legendaria.

Es la niñez refractaria
proyectada en un espejo
de luminosos reflejos
que, revirtiendo el ultraje,
nos retrotrae a la imagen
de nuestros queridos viejos.

Sus andenes desolados
celebran el paso lerdo
de quien transita el recuerdo
sobre sus pisos gastados;
ya los rieles oxidados
ante su paso despiertan
y el gemido de una puerta
que azota el viento al pasar,
nos pone en tiempo y lugar,
llorando una vía muerta.

Me ubico a cierta distancia
de su gastada campana,
contemplando el panorama
que me devuelve a la infancia.

Esparciendo su fragancia
se mecen cardos en flor,
mientras un mirlo cantor
pasa rozando el helecho
que tapiza el viejo techo
de la “Estación de mi amor.”